La Bioeconomía es un paradigma que propone
sustituir el modelo de industrialización actual por otro que, sin perder
de vista la sustentabilidad económica, social y ambiental, haga más
eficiente el uso de los recursos naturales y aumente la productividad
del sector agropecuario. Puesto que este enfoque demanda altos
conocimientos científico-tecnológicos para mejorar la captura de
radiación solar y transformarla en diferentes productos y formas de
energía, las universidades, los empresarios y los científicos son los
protagonistas principales. En esta nota, Fernando Vilella, director del
Departamento de Bioeconomía, Políticas Públicas y Prospectivas del
Programa de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de Agronomía de la
UBA (FAUBA), se refiere a sus ventajas y posibilidades a futuro.
“Este enfoque combina la disponibilidad de conocimiento especializado
y material vegetal, algo que la Argentina tiene el privilegio de poseer
en sus distintas regiones. Además, brinda perspectivas del sector
agropecuario a diferentes escalas: desde el país hasta el lote, pasando
por lo regional y local. Por esta razón creemos que la bioeconomía es
clave para la economía del país, puesto que actualmente exportamos
productos de baja calidad y valor agregado”, afirmó Vilella.
En este sentido, el docente -profesor de la asignatura
Comercialización- profundizó en el objetivo productivo y ambiental de la
bioeconomía: “La eficiencia productiva se puede aumentar si se entiende
la heterogeneidad de los suelos agrícolas. Cada suelo requiere un
tratamiento distinto para sostener o aumentar los rendimientos. En este
sentido, los sensores remotos —drones o microsatélites— facilitan cada
vez más apreciar detalladamente las diferencias entre lotes. Todo este
paquete de tecnología y conocimiento va a permitir, por ejemplo, aplicar
menos agroquímicos o fertilizantes, lo cual, a su vez, tendrá un
impacto beneficioso sobre el ambiente”.
Generar conocimiento para cuidar el ambiente
Vilella puntualizó que aplicando mejoras tecnológicas se puede
aprovechar la biomasa de formas alternativas. “Con la tecnología le
agregamos valor a los residuos verdes, reciclando lo que normalmente se
desecha. Además, al reducir la cantidad de elementos que entran y salen
de los agroecosistemas cuidamos el ambiente. Por ejemplo, un aserradero
usa el 55% de la biomasa que ingresa, pero el otro 45% no siempre se
aprovecha. Esa materia orgánica puede servir para generar energía. El
caso de los ingenios modelo en Brasil es clarísimo: el azúcar representa
menos del 40% de la facturación; el porcentaje restante surge de la
venta de energía eléctrica o de etanol”, explicó.
Asimismo, destacó que los organismos de ciencia y técnica (CyT) son
los pilares de la bioeconomía: “La FAUBA, al igual que el INTA o el
Conicet, participa de forma activa en la generación de nuevas
tecnologías, desde satelitales hasta genéticas. Estas instituciones
poseen una trayectoria larga en la formación de recursos humanos y por
ello vienen ocupando un rol destacado en los encuentros regionales de
bioeconomía que llevamos a cabo en la segunda mitad del 2016”.
“Para acercarnos al funcionamiento de los países que poseen
estructuras económicas estables debemos formar profesionales de calidad y
fortalecer nuestro sistema de CyT”, afirmó Villela, en el contexto del
conflicto por los recortes presupuestarios a los organismos de
investigación científica.
La responsabilidad pública
Los sectores científicos, tecnológicos, empresariales y la
administración estatal trabajan en el crecimiento cuali-cuantitativo del
sector agropecuario. Vilella comentó al sitio de divulgación científica
Sobre La Tierra: “Desde lo público se pueden crear mecanismos para
favorecer los desarrollos productivo-tecnológicos en el agro, dada su
relevancia en el contexto nacional e internacional. Entendiendo esto, y
con aporte de nuestros Simposios Regionales, los representantes de los
ministerios nacionales de Ciencia y Tecnología, Agroindustria y
Producción están próximos a presentar un Plan Nacional de Bioeconomía”
Fernando Vilella, quien participa en la organización de estos
simposios de bioeconomía desde sus inicios (cuatro años atrás), resaltó
que el objetivo de esos encuentros es generar interrelaciones que
potencien a los diferentes sectores. “No se puede tomar el desarrollo
nacional desde un solo foco como la producción. Las cuestiones
ambientales, las sociales y los temas vinculados al agregado de valor
deben ser tenidos muy en cuenta”.
“Creemos que la bioeconomía puede ser clave para el crecimiento
armónico de nuestro país. ¿Por qué? Porque la biomasa se debe procesar
donde se produce ya que implica grandes volúmenes de poco valor
económico que, además, emiten una alta cantidad de gases de efecto
invernadero durante los traslados. Desde la bioeconomía se puede
aumentar el valor de esa biomasa, estimulando así los desarrollos
locales”, dijo Vilella.
Por último, el docente se refirió a la necesidad de establecer
normativas que fomenten la adopción de las tecnologías que harán posible
cambiar las matrices productivas y energéticas, tanto a nivel nacional
como local. “En la actualidad no está contemplada la posibilidad de
vender energía para incorporarla a la red eléctrica, salvo el caso de
las cooperativas. Esta opción podría funcionar como un gran incentivo a
la difusión de energías renovables en todo el país, y al autoconsumo en
el caso de las comunidades más aisladas”. (Prensa FAUBA)
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