Investigadores de la cátedra de Bioquímica de la FAUBA encontraron
respuestas significativas con el uso de bacterias promotoras del
crecimiento vegetal que fijan nitrógeno, solubilizan fósforo y permiten
minimizar el impacto del déficit hídrico en el cultivo de maíz. "Apuntamos
a proteger la productividad de uno de los cultivos extensivos con
mayores costos de implantación, con bacterias que actúan sobre una etapa
temprana de las plantas, cuando sólo tienen entre 20 y 24 días",
explicó José Alfredo Curá, profesor de la cátedra de Bioquímica de la
FAUBA, quien dirige los trabajos de investigación junto a un equipo de
tesistas, financiados por subsidios de la UBA (UBACyT). "Trabajamos
con bacterias que pueden promover el crecimiento de las plantas, fijar
nitrógeno, solubilizar fósforo y actuar como antagonistas de algunas
enfermedades. Además, estudiamos cómo minimizar el efecto del déficit
hídrico, durante etapas tempranas del cultivo de maíz", detalló. Mejor nutridos, con más rindes Las
investigaciones llevan cinco años de trabajo en la cátedra de
Bioquímica de la FAUBA para avanzar en el estudio de la interacción de
estas bacterias con el cultivo de maíz. "El objetivo es utilizar
bacterias que solubilizan el fósforo y bajar las dosis de fertilización,
para lograr una buena productividad con menos insumos", dijo Curá, y
agregó: "Queremos hacer una agricultura más sustentable". Los
ensayos a campo se realizan en la localidad bonaerense de San Antonio
de Areco, sobre suelos que presentan bajos niveles de fósforo, un
nutriente que es deficitario en gran parte del área agrícola de la
Argentina y que, al mismo tiempo, constituye uno de los mayores costos
para implantación del cultivo. Allí se probaron distintas combinaciones
de cuatro bacterias, entre ellas Serratia sp. y Herbaspirillum sp. que
fijan nitrógeno y solubilizan fósforo, con tres niveles de dosis de
fertilización. "Este ensayo nos permitió determinar que
Serratia sp. podría ser una bacteria de utilidad para el cultivo de
maíz, ya que bajo diferentes niveles de fertilizante permitió que se
alcancen mayores rendimientos con respecto al testigo, y esos rindes
fueron significativamente diferentes aún en situaciones sin fertilizante
agregado y en cultivos con elevada densidad de plantas", informó Curá, y
añadió: "Aumentó el número y peso de granos y también su peso
hectolítrico y su contenido de proteína cruda". El trabajo,
titulado "Serratia sp., una potencial alternativa para la nutrición
mineral del cultivo de maíz", se presentó en el II Taller
Latinoamericano sobre Rizobacterias Promotoras del Desarrollo Vegetal
realizado recientemente en la ciudad de La Falda, Córdoba. Contra la sequía Desde
2009 también se realizan ensayos con bacterias mitigadoras del impacto
de la sequía en el cultivo de maíz, con buenos resultados. Las
experimentaciones se llevan a cabo en invernáculos, con semillas
inoculadas con dos bacterias diferentes, y en condiciones controladas de
luz, temperatura y humedad, bajo la dirección del Curá y la
participación de Diego Franz, docente en la cátedra de Bioquímica de la
FAUBA, entre otros investigadores. Luego de los primeros
ocho días de pruebas, en los que las plantas fueron regadas de manera
frecuente (cada 48 hs), los ensayos se dividieron en dos grupos y uno de
ellos fue sometido a un estrés muy fuerte (pasó a ser regado cada 96
hs). "Medimos las variaciones en el peso de la planta, el contenido de
nitrógeno, clorofila, carbono total y otros compuestos como ácido
abscísico (ABA) y etileno, hormonas que están muy relacionadas con
el estrés", detalló el investigador de la FAUBA. Al
respecto, se demostró el efecto bioprotector que ejercen algunas
bacterias sobre el maíz bajo condiciones de déficit hídrico. Además de
la promoción del crecimiento de las plantas inoculadas con respecto al
testigo, se determinaron modificaciones en el contenido de ABA y
etileno, que estuvieron en sintonía con la expresión de genes como
ZmSnac 1 y VP14, analizados con la técnica de PCR en tiempo real. En
2013, este proyecto de Franz ganó el premio a la mejor tesis, otorgado
en forma conjunta por la FAUBA y la empresa Dow AgroSciences. Al
mismo tiempo, el equipo de la FAUBA viene avanzando en otros trabajos
para desarrollar nuevas tecnologías que permitan a los cultivos tolerar
los efectos de la sequía. "Ahora estamos estudiando la parte bioquímica.
Nos metemos adentro de cada célula para ver cómo varían los metabolitos
en función de la pérdida del agua, o la expresión de genes relacionados
con la biosíntesis de ABA por ejemplo, que es una parte de la tesis de
grado de Julián Filosofía", detalló Curá. Además, se está
abordando otro enfoque sobre el mismo tema: "Miramos qué pasa con las
especies reactivas del oxígeno (ROS), en colaboración con la docente
Karina Balestrasse, de la FAUBA. Nuestro objetivo es encontrar qué
bacteria o combinación de ellas, funciona mejor con el maíz en
condiciones de sequía", finalizó. (Fauba)
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