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Un Nobel en Agronomía y Veterinaria 21-09-2015
Por Pablo Roset En 1909, el estudiante de medicina Bernardo Houssay fue nombrado profesor en la Facultad de Agronomía y Veterinaria (UBA). Allí dio sus primeros pasos antes de recibir el premio. (SLT-FAUBA) -Pedro, en Medicina hay un alumno sobresaliente, un verdadero genio, adecuado para dar Fisiología tanto animal como vegetal. Agronomía sería una gran oportunidad para él... -Lo conozco. Ese joven fue mi mejor alumno de Química Orgánica; su examen fue sobresaliente. No tenga dudas, Horacio, lo recibiremos con los brazos abiertos. Se podrían imaginar numerosas variantes para el diálogo que mantuvieron en 1909 Horacio G. Piñero, profesor titular de la cátedra de Fisiología de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA, y Pedro Arata, decano de la Facultad de Agronomía y Veterinaria (FAyV-UBA; ambas facultades funcionaron como una sola hasta 1973, cuando se separaron bajo el gobierno militar de Lanusse). No obstante, la esencia de aquella charla será siempre invariable, y es la que lo llevó a Arata a proponerle al alumno Bernardo Houssay, de apenas 21 años de edad, que ante la dimisión del profesor titular Julio Lesage se hiciera cargo interinamente de dictar el curso de Fisiología para las dos carreras: Agronomía y Veterinaria. Treinta años después, en oportunidad de ser distinguido como Profesor Honorario de la UBA, Houssay recordaba esos días en su discurso: "El Dr. Arata [...] me hizo presente que él había sido profesor a los 18 años. Pedí unas horas para reflexionar, consulté opiniones y finalmente acepté; tres horas después se me nombró encargado del curso". Sin embargo, era necesario nombrar oficialmente un profesor titular para el curso. Por eso, al cabo de unos meses se abrió un concurso internacional al que se presentaron 32 candidatos, muchos de ellos europeos. La resolución se conoció en 1912: Houssay había resultado primero en el orden de mérito. El propio Bernardo recordaba su llegada a Agronomía y Veterinaria con estas palabras: "Al comenzar 1910, mi diploma era el de farmacéutico, pero ese año terminé mis estudios médicos. Mi nombramiento de encargado de curso provocó algunas resistencias, pues hubo aspirantes despechados que hicieron propaganda entre los estudiantes, aduciendo que yo era de otra Facultad. Pero los alumnos, dicho sea en su honor, decidieron no resolver nada definitivo hasta comprobar cómo se desempeñaba el profesor interino y enviaron una corta delegación que asistió a mi primera clase, oyó mi exposición, vio los experimentos y los repitió con interés. Éstos gustaron, probablemente, porque a la clase siguiente la concurrencia se duplicó y a la tercera asistió todo el curso. A las pocas semanas venían los alumnos no sólo a las clases y trabajos prácticos de la mañana, sino a otras demostraciones y experimentos extras que se realizaban de tarde." Agronomía, pastizal y después... "El predio de la Facultad ni siquiera estaba delimitado por las calles perimetrales", señala a SLT Alejandra Mella, Ingeniera Agrónoma, Ph.D. e historiadora de la FAUBA; sus investigaciones revelaron las fotografías aquí mostradas. "Eran terrenos cubiertos en parte por lagunas, sin electricidad ni agua corriente; apenas había un molino. Tampoco existían caminos internos, ni senderos mejorados (cuyo trazado y construcción datan de un período posterior). Houssay debía caminar a campo traviesa por el pastizal." Sin dudas, la vocación del joven Bernardo era tan fuerte como para hacerlo ignorar semejantes dificultades. El acceso a la Facultad era incómodo y complejo. Gracias a las obstinadas gestiones del rector Arata, las autoridades del Ferrocarril General Urquiza crearon la Parada Agronomía, una estación ferro-tranviaria ubicada en la intersección de la Avenida de las Casuarinas y las vías. "Houssay y sus alumnos tomaban ese tranvía muy temprano en la estación Lacroze -le cuenta Mella a Sobre La Tierra-. Existían sólo dos servicios, uno a la mañana y otro a la tarde, y había que sacar la ida y la vuelta en la terminal ya que en el vagón no se podía. Pero el regreso era más complicado aun: además de tener el pasaje, no se podían retrasar porque llegar tarde a la parada significaba quedarse a dormir en la Facultad. En ocasiones, durante el invierno, cuando el sol se ponía muy temprano, debían encontrar el apeadero en la oscuridad." En un principio, las condiciones de trabajo era precarias. Así lo narraba Houssay en su discurso de 1939: "Trabajábamos en un local de cemento armado [...]. Los días de lluvia había goteras y solía correr el agua por fuera y por dentro de las paredes, llenando a veces parte del sótano. Las mañanas de invierno, cuando llegábamos a las 7:30, con la escarcha afuera, era tal el frío que había que calzar zuecos y poner rejillas de madera sobre el piso glacial para que el profesor y los alumnos pudieran permanecer de pie, haciendo las demostraciones". Más adelante, y gracias al apoyo del decano Joaquín de Anchorena, la Cátedra de Histología y Fisiología fue trasladada a una construcción nueva y confortable. En ese laboratorio solía recibir a distintas personalidades de la política, como Juan B. Justo y Nicolás Repetto, y a estudiosos y maestros como Guglielmetti, Arata, Montanari, Hauman y Bidart, ente otros. El primer amor Muchos de los trabajos científicos de Houssay que posteriormente tuvieron repercusión internacional nacieron durante aquellos años en la FAyV-UBA. El joven investigador se sentía satisfecho y complacido de la posibilidad de usar animales en los trabajos prácticos y razas puras (galgos) en las investigaciones. Así descubrió que los perros diabéticos mejoraban cuando se les extirpaba la hipófisis y que su diabetes se agravaba al inyectarles una hormona producida por esa glándula. Los numerosos estudios sobre los extractos hipofisarios realizados en esta Casa de Estudios fueron reunidos en un libro de 1918 que, ligeramente ampliado en la edición de 1922, recibió el Premio Nacional de Ciencias. En 1947, Bernardo Houssay recibió el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento del papel que la hormona somatotrófica (u hormona de crecimiento) juega en el metabolismo del azúcar y en la diabetes. Si bien Houssay desarrolló sus investigaciones más trascendentes en la rama de la endocrinología, seguramente inspirado por el ambiente de la FAyV también estudió la acción de plantas venenosas para el ganado, como los cornezuelos del Paspalum y de la cortadera, el mío mío, el duraznillo y otras. Luego de mudarse a Medicina, esas líneas de investigación fueron continuadas en la FayV por el Profesor Leopoldo Giusti y sus colaboradores. Otros trabajos (nunca publicados) involucraron los efectos de especies como Baccharis sp., Vernonia sp., Poa sp., Stipa gineroides ("paja de las vizcacheras"), Aristolochia campestris, Stillingia patagonicci, Oxypetalum solanoides, Anchieta salutaris, Raphanea letevirens y muchas más. Houssay recuerda con cariño esos tiempos: "Se hicieron trabajos sobre la adrenalina, la tiroides, la paratiroides, la secreción láctea, fístulas salivales y esofágicas, anestesia de animales domésticos, etc. Otro tema muy estudiado fue el de la acción de las ponzoñas de serpientes, del cual participó Sammartino, autor de una tesis premiada por la Facultad". Bernardo Houssay trabajó en Agronomía y Veterinaria hasta el año 1919, cuando fue designado profesor full time de Fisiología en la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA, donde, a su pedido y siguiendo sus indicaciones, se creó el Instituto de Fisiología, del que fue Director. En esa Facultad desarrolló posteriormente su brillante carrera en la investigación y la docencia.