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Reglas claras e innovación tecnológica: las claves para el desarrollo del país
12-04-2009
Entrevista con Ricardo Hara, presidente de la Asociación de Cámaras de Tecnología Agropecuaria (ACTA)
Así lo entiende el Ing. Agr. Ricardo Hara, que afirma que es posible visualizar el futuro de la Argentina con optimismo. “Apostam ...
Entrevista con Ricardo Hara, presidente de la Asociación de Cámaras de Tecnología Agropecuaria (ACTA)
Así lo entiende el Ing. Agr. Ricardo Hara, que afirma que es posible visualizar el futuro de la Argentina con optimismo. “Apostamos a seguir creyendo y creciendo, pero para eso se necesitan algunos ingredientes primordiales: en primer lugar, reglas de juego claras y previsibilidad para salir del pensamiento de corto plazo; y que se respete la propiedad intelectual, ya que es una condición básica para poder invertir en investigación y desarrollo”, sostiene.
Por Sabrina Pont
paa_comu@agro.uba.ar
Para el Ing. Agr. Ricardo Hara, presidente de la Asociación de Cámaras de Tecnología Agropecuaria (ACTA), a pesar de que la situación actual –que no sólo incluye el conflicto entre el Gobierno nacional y el campo sino también la crítica coyuntura internacional- plantea un panorama preocupante para la Argentina, es posible ver el futuro del país con optimismo. A su entender, la cadena agroindustrial indudablemente va a formar parte de la solución de los problemas argentinos, que va a venir de la mano sobre todo de las empresas que proveen innovaciones tecnológicas.
“Apostamos a seguir creyendo y creciendo, pero para eso se necesitan algunos ingredientes primordiales: en primer lugar, reglas de juego claras y previsibilidad para salir del pensamiento de corto plazo”, afirmó Hara, en diálogo con el PAA. “Asimismo, precisamos que se respete la propiedad intelectual, ya que eso nos va a permitir invertir en investigación y desarrollo. Si no hay inversiones productivas genuinas, va a ser muy difícil que la Argentina pueda acompañar las necesidades de alimentos y energía que el mundo va a requerir en el futuro. Por el contrario, si resolvemos esas cuestiones básicas, por los recursos disponibles y por la capacidad humana que tiene el país, sumados a la calidad de las empresas que están trabajando en el sector, seguramente muy pronto podremos estar en la senda del progreso”.
Según Hara, que también es uno de los referentes de la Fundación Darsecuenta (conformada por AAPRESID, AACREA y ACTA), es fundamental el trabajo en red y la articulación de lo público con lo privado en el proceso de construcción de un escenario más favorable para el país.
“Ni el Estado puede hacer todo solo ni tampoco el sector privado, lo que tiene que haber es una articulación efectiva que a su vez tiene que tener un componente social importante porque lo que debe apuntalarse en todo momento es el desarrollo sustentable; ese tendría que ser el gran objetivo en común. Se trata de un desarrollo integral del país que permita conciliar los aspectos productivos y económicos, con la inclusión social y la preservación del medio ambiente a través de un adecuado ordenamiento territorial”, aseveró el entrevistado.
¿Cuál es su postura sobre conflicto entre el Gobierno nacional y el campo?, preguntamos a Hara.
Para poder explicar esta situación, quisiera remitirme a una metáfora futbolera: “no manden a Messi al banco de suplentes”. Es decir, no le quiten la posibilidad de desarrollo al sector más competitivo de nuestro país con el argumento de que hay que mejorar la competitividad de otros segmentos. Sin dudas esto último es importante y estamos totalmente de acuerdo, pero se tendría que lograr sin necesidad de restringir o ponerle un techo a una actividad que estaba “jugando en primera” y con el desafío enorme que significa proveer alimentos y energía a un mundo cada vez más necesitado de productos. Muy pocos países en este momento están capacitados para atender esa creciente demanda.
El planeta tiene hoy 6.500 millones de habitantes, pero dentro de un par de décadas la población mundial se va a incrementar hasta 9.000 millones. Además, las tierras cultivables se van a ir reduciendo año tras año por desertificación o por pérdida de capacidad productiva en muchos lugares. En ese contexto, la Argentina se perfilaba como uno de los principales jugadores. Hasta que se desató el conflicto interno el año pasado, luego agravado por la sequía, la caída de los precios internacionales de los granos y por último el “tsunami” financiero que está afectando a todo el mundo.
Lo que se advierte hoy es que el 2008 fue un año de desencuentros y oportunidades perdidas. En vez de aprovechar el “viento a favor” que había en ese momento, la falta de diálogo y consenso dio espacio a una confrontación entre argentinos donde nadie se vio beneficiado y que impidió generar un “colchón” que hubiese ayudado a afrontar mucho mejor la situación de crisis que devino después.
¿Cuál es a su entender un rumbo posible a seguir para encontrar una salida del conflicto?
La primera conclusión que podemos sacar de todo lo ocurrido es que más que buscar culpables, debemos entender que a todos nos corresponde una cuota de responsabilidad. A partir de ahí, tenemos que tratar de aprender de la experiencia pasada para no persistir en los mismos errores.
En la Argentina, todos están empecinados en querer tener razón y dispuestos a cualquier cosa con tal de demostrar que tienen razón y eso nos lleva a un gran desgaste de energías de suma cero.
Hay que entender que es mucho más importante aprender que tener razón y que es necesario comprender para ser comprendido y construir sobre lo construido.
Tenemos que darnos cuenta de que debemos apelar a la inteligencia argentina más que a la “viveza criolla” y trabajar sobre las ideas lógicas basadas en el sentido común y la búsqueda del bien común, más allá de las ideologías y los dogmas.
Porque, en realidad, en esta sociedad del conocimiento es imposible tener todo el conocimiento y tener siempre la razón. Entonces hay que tratar de buscar la cooperación y las sinergias a través de la articulación de redes.
La competitividad de las personas, de las empresas y de los países esta basada en esa capacidad permanente de aprender y de reinventar. Me parece que de lo ocurrido tenemos que tomar eso como primera gran lección: “aprendamos de los errores, tenemos que pararnos firmes de cara al futuro y encarar las cosas con otra actitud, una actitud positiva basada en la confianza que es la columna vertebral de la sociedad”.
¿Cómo define a ACTA, la entidad que preside?
La Asociación de Cámaras de Tecnología Agropecuaria (ACTA) es una entidad federativa que agrupa a los principales proveedores de innovaciones tecnológicas. Congrega a las siguientes cámaras: CASAFE, que agrupa a las empresas de agroquímicos y fertilizantes; ASA, que está conformada por los semilleros; CAPROVE, que representa a la industria de productos veterinarios; y CAFMA, que agrupa a los fabricantes de maquinaria agrícola.
En conjunto, ACTA representa a más de 240 empresas que año tras año provee al campo argentino el “paquete tecnológico” que le ha permitido -sobre todo en los últimos 30 años- dar el gran salto productivo.
Ese salto productivo, que significó la triplicación de la producción en tres décadas, no fue por casualidad ni fruto de un cambio de clima o que los suelos se volvieran más fértiles. La permanente incorporación de novedades tecnológicas en el área de la genética y la química a través de los productos fitosanitarios, la informática en la agricultura de precisión, donde hay algunos hitos muy importantes como por ejemplo la masiva difusión de la siembra directa y la incorporación de la biotecnología, fueron los grandes artífices que posibilitaron este desarrollo.
Sin dudas, la tecnología fue clave en el aumento de la productividad y en consecuencia de la mayor competitividad de la agricultura argentina, verdadero motor de nuestra economía.
¿Cuáles son las propuestas de la Asociación para el sector agropecuario de cara al futuro?
Desde ACTA trabajamos con una visión de mediano y largo plazo. Cada una de las cámaras que componen la asociación tiene planes estratégicos a 5, 10 y hasta 30 años.
También nos parece importante compartir esa visión a través de la articulación público-privada y tratamos de actuar en consecuencia ya que lo importante es que las cosas funcionen y las cosas que funcionan no son estatales ni privadas, de derecha o de izquierda. Simplemente funcionan.
Concretamente con ACTA participamos el año pasado en las reuniones que organiza el INTA donde se discute la matriz tecnológica para los próximos años, también buscamos favorecer el vinculo con el sector académico, por ejemplo con el Programa de Agronegocios y Alimentos de la FAUBA, y con organismos oficiales que tienen una relación directa con nuestras cámaras -como la Secretaría de Agricultura, de Industria, de Medio Ambiente o el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Creemos que la ciencia y la tecnología van a ser claves para nuestro futuro.
La competitividad de los países no pasa tanto por los recursos que tiene si no por la capacidad de convertir esos recursos en conocimiento. Esa es la sociedad del conocimiento, una sociedad capaz de generar riqueza a través de la tecnología y las innovaciones. Esa es la carrera que nosotros tenemos que asumir: avanzar lento cuando hay muchos países que avanzan muy rápido es en términos relativos lo mismo que estar retrocediendo, de ahí que tenemos que estar proclives al cambio y esos cambios tratar de incorporarlos lo antes posible y en forma proactiva.
Los países competitivos del futuro serán aquellos capaces de visualizar con anticipación las oportunidades que existen en el mundo. Entonces, tener visión de futuro no es tener la bola de cristal o soñar, si no es simplemente conocer lo que está ocurriendo en otros países y a partir de ahí tratar de ver cuáles son las oportunidades que se generan para la Argentina, integrarnos al mundo global y trabajar en consecuencia. Por eso, al futuro no hay que adivinarlo sino construirlo. Eso es ser proactivo.