Un satélite mira las nubes y estima el agua para el cultivo |
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Las imágenes satelitales abarcan una escala departamental que permite "estimar cuáles serán los rendimientos de los cultivos en diciembre o enero, dos o tres meses antes de la cosecha, cuando el maíz, por ejemplo, atraviesa su período crítico en la floración", afirmó María Elena Fernández Long, creadora de la nueva tecnología.
La información se actualiza cada 10 días a través de un “mapa de satisfacción hídrica” y permite estimar los rindes tres meses antes de la cosecha, informó la Facultad de Agronomía. La tecnología fue desarrollada por Fernández Long, investigadora de la Cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas, en base a información provista por satélites sobre precipitaciones y datos del suelo, como su capacidad de retención hídrica en cada región productiva del país.
La variable más importante para elaborar el indicador que calcula la cantidad de agua en el suelo es la precipitación. El satélite "mira" la nube y estima las lluvias que están recibiendo los suelos, en tanto el modelo desarrollado utiliza información de superficie como tipo de suelo /arcilloso, franco o limoso/ así como la demanda atmosférica de acuerdo con la temperatura, entre otros factores.
“La información satelital permite acceder a una mayor cobertura espacial respecto de la generada en la superficie de la tierra por el Servicio Meteorológico Nacional, cuyas 120 estaciones meteorológicas distribuidas en el país no llegan a cubrir todas las regiones productivas”, indicó la meteoróloga.
La cobertura de datos en un vasto territorio es relevante porque durante el verano, las lluvias se distribuyen de una manera muy heterogénea en todo el país, y una escasa información de superficie no permite captar esa variabilidad espacial sin una mayor cantidad de estaciones.
La nueva tecnología “es una herramienta muy útil para la toma de decisiones por parte de los productores y organismos que hacen las estadísticas, como las bolsas de cereales o el ministerio de Agricultura”, indicó la investigadora.
Desde la década del ´60, y particularmente a partir de los ´70, en la Argentina se registró un aumento importante de las precipitaciones, fenómeno que se revirtió posteriormente, informó Fernández Long.
Entonces, las lluvias disminuyeron y produjeron cambios en todo el sistema productivo: “Otra vez la cantidad de agua en el suelo disponible para los cultivos es fundamental y vuelve a ser una de las limitantes principales para los productores”, afirmó la investigadora. |
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