| Cultivos de servicios para controlar el deterioro de los campos |
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Frente a los daños que el uso agropecuario está generando en las tierras de la Argentina, los estudiantes de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) junto con otras instituciones, productores y semilleros, promovieron el uso de especies no tradicionales que en lugar de ser cosechadas, funcionan en base a la recuperación de los servicios ecosistémicos deteriorados.
Gervasio Piñeiro, docente de la cátedra de ecología de la FAUBA e investigador del CONICET, remarcó que hace tiempo se viene pensando en la idea de cultivos de servicio (CS), además explicó que se trata de “cultivos que no se cosechan como la soja, el maíz o el girasol, sino que se usan para brindar algún servicio. Un ejemplo son los cultivos de cobertura, como la avena, que sirven para proteger el suelo en invierno. Sin embargo, existe un abanico de servicios ecosistémicos degradados, como el control de las malezas, la provisión de nutrientes o la regulación de las napas, que se pueden revertir por medio de CS”. Según informó el docente, “Hoy en día, algunos productores piensan sólo en cultivos de cobertura. Queremos cambiar esa visión y ayudarlos a que piensen qué servicios tienen deteriorados y a que seleccionen el o los cultivos de servicio más apropiados”.
“Estos servicios van más allá del suministro de carne, leche, lana o frutos, ya que incluyen otros beneficios como mantener la calidad del aire, evitando el lavado de nutrientes con el agua de lluvia o hasta cumplir fines estéticos y recreativos. Es muy interesante diseñar los agroecosistemas conectando la agronomía con la teoría ecológica asociada a los servicios ecosistémicos”, manifestó Piñeiro y además remarcó que los CS “aparecen como una herramienta con mucho futuro para ayudar al productor a mantener la provisión de los servicios de manera sustentable en el tiempo”.
En cuanto al cambio de paradigma presentado dentro de la actividad agrónoma, el investigador habló acerca de la nueva propuesta: “Hoy realizamos cultivos y obtenemos elevados rendimientos gracias a que aplicamos subsidios energéticos. Es decir, aportamos energía auxiliar al agroecosistema (como, por ejemplo, fertilizantes, agroquímicos, gasoil, etc.), para que las plantas destinen lo máximo posible a la producción de granos u otros órganos cosechables. Obviamente, los costos económicos asociados son muy altos. Nuestra propuesta es cambiar el paradigma: pensar sistemas agropecuarios que usen la energía del sol principalmente para proveer esos servicios y así disminuir la energía extra subsidiada al sistema”. Además, aclaró que esta idea los haría ahorrar mucho dinero ya que se basaría en aprovechar la energía del sol eximiéndolos de aplicar subsidios energéticos. “No sólo nos ahorramos mucho dinero, también evitamos el deterioro del ecosistema y bajamos la dependencia de energía externa”, manifestó el docente. |
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