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En la Cuenca del Salado, se puede producir más carne y reducir el impacto ambiental  
Clarín- 04-07-2017 -
  Nota publicada por: Clarín el 04-07-2017

Nota de origen:
Campos de la Depresión del Salado ayudan a enfriar el planeta
Enviada por: FAUBA , el 06-07-2017

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En los últimos 20 años en la Argentina, el avance de la agricultura expulsó a la ganadería de algunas las mejores tierras hacia otras menos aptas para realizar cultivos. Allí, la carga animal se elevó y el negocio de los novillos y las vacas se intensificó en base a insumos derivados del petróleo.

En este marco, una investigación de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) en la Cuenca del Salado, una de las principales regiones ganaderas del país, demostró que haciendo un uso racional de los pastizales y con mínimos subsidios energéticos se puede producir el doble de carne por hectárea, mejorar la fertilidad del suelo, lograr altos rindes económicos y, contrariamente a la bibliografía en el tema, bajar la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, que son los responsables del calentamiento global.

“Analicé las consecuencias de la intensificación ganadera en la Cuenca del Salado y los beneficios de implementar un sistema de manejo adaptativo del pastoreo, que consiste en separar la superficie forrajera en diferentes ambientes para luego manejarlos según los requerimientos de las especies vegetales más importantes en cada uno, casi sin aportes de energía fósil (como fertilizantes). Mis resultados mostraron que la producción de carne puede pasar de 100 a 200 kilos por hectárea sólo usando el ingenio, e incluso mejorando el balance de GEI”, dijo Elizabeth Jacobo, investigadora y docente de las cátedras Agroecología y Forrajicultura de la Fauba.

“Una forma que las instituciones proponen para reducir la emisión de GEI y mitigar el calentamiento global es intensificar la producción ganadera. Sin embargo, yo creo que sólo se mira una pata del problema, que son las emisiones, y se deja de lado la fijación de CO2 de la atmósfera. Si bien es verdad que los animales liberan menos metano y óxido nitroso en sistemas a base de pasturas implantadas y maíz, los pastizales naturales pueden fijar cantidades muy grandes de dióxido de carbono en el suelo”, sostuvo Jacobo.

En la Cuenca del Salado, se puede producir más carne y reducir el impacto ambiental

Jacobo es docente e investigadoras en las cátedras Agroecología y Forrajicultura de la Fauba.

Para la investigadora, la clave está en realizar un balance entre la emisión y la fijación de GEI en ambos sistemas. “Mis cálculos indican que en los sistemas de pastoreo adaptativo bien manejados, haciendo un uso racional de los pastizales naturales, los suelos pueden captar hasta una tonelada de carbono por año. La resultante de esto es un balance negativo de GEI en la atmósfera, algo inédito en la bibliografía hasta el momento”, aseguró.

Jacobo destacó que este valor de fijación, que estimó con la metodología del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), es coherente con los registrados en otros ecosistemas naturales templado/húmedos de Europa, similares a los de la Cuenca del Salado. “El manejo adecuado del pastoreo hace que las especies de pastos se mantengan vigorosas y que la cobertura del suelo sea alta, y esto genera un aporte permanente de carbono al suelo a través de las raíces. Hasta ahora no se sabía en qué medida el manejo adaptativo podía aumentar la materia orgánica de los suelos”, indicó.

En su visión, los sistemas naturales muy productivos, como los del Salado, son eficientes; respecto a la relación entre la velocidad a la que se consume la energía fósil y cuánta de ella termina contenida en el producto animal. "Lo novedoso de mi trabajo son los valores a los que se puede aumentar la producción de carne aportando muy poca energía. Sólo manejando el pastoreo y haciendo un pequeño reemplazo del pastizal en los suelos buenos se pueden alcanzar valores de hasta 200 ó 210 kilos de carne por hectárea”, explicó Jacobo, quien en 2016 publicó estos resultados en la revista científica Agriscientia.

En la Cuenca del Salado, se puede producir más carne y reducir el impacto ambiental

El estudio asegura que se pueden lograr unos 200 kilos de carne por hectárea, con ajustes mínimos en el manejo del pastizal.

La docente señaló que las conclusiones de su trabajo son válidas para las sub/regiones más importantes de la Cuenca del Salado, donde el pastizal natural cubre aún el 80% de la superficie. “Esta es un área clave para el país. Ecológicamente, abarca el pastizal templado/húmedo menos transformado del país; económicamente, posee el 20% de todo nuestro stock ganadero, y en términos sociales incluye un 47% de pequeños y medianos productores, con menos de 250 vacas”, describió.

La investigadora insistió en que es viable producir sin insumos y duplicar la producción de carne. Pero también reconoció que si se suman los insumos se puede incrementar la producción de carne hasta casi 300 kilos por hectárea. "Pero este último aumento no resulta en un mayor margen bruto (el dinero que le queda al productor luego de realizar la actividad). Ya que la venta de esos 100 kg/ha adicionales que el productor logró en los sistemas intensivos no alcanza para cubrir el costo de los insumos que usó para producirlos”, reveló Jacobo.

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La especialista recordó que en la campaña 2013/2014, en la que los números fueron favorables, los márgenes brutos de un productor que producía 200 kg de carne/ha sin insumos y el que producía 300 kg/ha con insumos eran prácticamente iguales. "Sin embargo, cuando analicé campañas con precios malos para la actividad, como la del 2008/2009, encontré que quienes producían con altos insumos tenían márgenes brutos negativos”, advirtió.

Por último, la docente se refirió a la creencia popularizada entre los productores de que cuidar el capital natural, los pastizales en este caso, se contrapone a la obtención de beneficios económicos.

“Nos preocupa. Por eso, estamos pensando con otros docentes la posibilidad de realizar en primavera, junto con los productores que participaron de mi estudio y otros interesados, unos talleres para reflexionar sobre por qué el modelo de intensificación convencional es el que avanza, mientras que los manejos alternativos permanecen desconocidos. Yo creo que la naturaleza nos impone un límite y debemos respetarlo para no apartarnos del camino más virtuoso”, concluyó Jacobo.