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Hallaron "genes perdidos" en semillas de quinoa del siglo II  
El Tribuno Jujuy- 20-01-2019 -
  Nota publicada por: El Tribuno Jujuy el 20-01-2019

Nota de origen:
Hallan genes perdidos en quinoas del siglo II
Enviada por: FAUBA , el 18-12-2018

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Una pérdida de variabilidad genética en la quinoa, desde el siglo II hasta la fecha, fue detectada por investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), el Inta, la Universidad de Tucumán y Francia.



El estudio del cual participó Bertero fue financiado por Ecos, la cooperación francoargentina vía Mincyt/Cnrs.

Fue tras el estudio del ADN de semillas de quinoa de hasta 1.800 años de edad halladas en la región de Antofagasta de la Sierra (Catamarca) y cerca de Tafí del Valle (Tucumán) que compararon con el de variedades más modernas hasta ahora. Las causas se vincularían con cambios políticos, tecnológicos y climáticos que habrían motivado sucesivos reemplazos de variedades por otras menos diversas genéticamente.

"Este estudio nos permitió reconstruir la historia genética del cultivo de quinoa durante los últimos 18 siglos en la región de los Andes áridos de la Argentina. Disponíamos de 76 semillas desde el siglo II al XIII, excepcionalmente bien conservadas. La mayoría de ellas fueron halladas en refugios rocosos, o aleros, en Antofagasta de la Sierra, provincia de Catamarca. También contábamos con semillas colectadas recientemente en parcelas de productores de Jujuy, Salta, Catamarca y Tucumán", explicó Daniel Bertero, docente de la cátedra Producción Vegetal de la Fauba e investigador del Ifeva (UBA/Conicet) a Pablo Roset de la publicación "Sobre La Tierra" de la SLT/Fauba.

"En primer lugar, en el trabajo que publicamos en la revista Plos One /comentó el investigador/ caracterizamos los genotipos de todas esas quinoas mediante una técnica genética específica, basada en lo que se llama marcadores moleculares. Esto nos permitió conocer las huellas genéticas particulares de cada quinoa en cada uno de los siglos que mencioné antes. Después, con esos datos realizamos los análisis estadísticos para ver cómo se relacionaban entre sí y cómo habían cambiado genéticamente desde la antigüedad hasta el día de hoy".

DANIEL BERTERO

"Con técnicas estadísticas bastante complejas /denominadas de clúster y de coalescencia/ pudimos establecer dos cosas. Por un lado, las quinoas más antiguas se diferencian claramente de las más recientes: la variabilidad genética hace 1.800 años era mayor que la actual. Por otro lado, determinamos que la pérdida de esa riqueza genética no ocurrió por un proceso evolutivo natural dentro de una población. Lo más probable es que los agricultores hayan ido reemplazando sucesivamente las variedades antiguas de quinoa por otras nuevas menos diversas, de otras regiones", añadió.

A la luz de esa información, Bertero y los demás autores del estudio se cuestionaron qué circunstancias habrá atravesado la agricultura desde el siglo II al presente como para impulsar tales reemplazos. "En ese período tan largo, los Andes Áridos vivieron diversos escenarios agrícolas, marcados por eventos climáticos, como grandes sequías y sociopolíticos, como guerras. Lo interesante y llamativo a la vez, es que tanto en momentos de intensificación como de declive de la agricultura, siempre se perdió diversidad genética".

El estudio del cual participó Bertero reseña que entre los años 796 y 690 ocurrió un período de intensificación de la agricultura en los Andes Áridos, mucho antes de la conquista incaica y la española. Aparecieron terrazas y sistemas de riego que apuntaban a asegurar la producción de alimentos para una población en crecimiento, en un período caracterizado por guerras y gran aridez.

"Como consecuencia de esa intensificación, la diversidad genética disminuyó. Creemos que eso tuvo que ver con el ingreso de nuevas variedades traídas de otras regiones, con una base genética más estrecha que las que se cultivaban en Antofagasta. Esta habría sido una estrategia para disminuir el riesgo productivo derivado de la gran sequía y hacer frente al crecimiento demográfico y a los conflictos políticos", sostuvo el investigador y advirtió que también puede haber ocurrido una selección de materiales más adaptados a las nuevas condiciones agrícolas.

En Jujuy

Según Bertero, el estudio muestra que el material hallado en Antofagasta es muy parecido a ciertas variedades actuales de ambientes secos como la Puna y la Quebrada de Humahuaca. Sin embargo, otros materiales de hoy en día podrían tener un origen más complejo, y de ahí el interés en estudiarlos de manera interdisciplinaria. “Nuestra colección de semillas contemporáneas tiene variedades de una región al oeste de Abra Pampa (Jujuy). Comparadas con materiales de otros orígenes, vimos que se asemejan a las que hoy se cultivan alrededor del Lago Titicaca, a más de 1.000 kilómetros. Los arqueólogos explicaron que los incas habían enviado a esa parte de Jujuy pobladores de la zona del Titicaca para explotar minas de oro y plata. Con esa migración habrían viajado las semillas de quinoa. Gracias a las semillas y su genoma podemos descubrir las huellas que dejaron”.


La importancia de la variabilidad genética

Bertero señaló que la variabilidad genética hace referencia a cuántas posibilidades tiene un organismo para adaptarse a los cambios del ambiente. “La variabilidad se puede apreciar a simple vista o se puede medir a nivel genético. Cuanto mayor es /o sea, mientras más grande es la reserva de variantes de genes de una variedad o población de plantas/ más chances va a tener para generar nuevas combinaciones y explorar con éxito un nuevo ambiente, por ejemplo”.
Agregó que “entonces, contar con una variabilidad amplia en quinoa sería ventajoso para los mejoradores, ya que podrían "sacarle más jugo’ a los materiales a la hora de generar nuevas variedades. Esto no sucede con todas las especies vegetales. La chía, por ejemplo, tiene una base genética muy estrecha, por lo que la posibilidad de realizar mejoramiento genético está muy limitada”.
Bertero afirmó que entre sus intenciones se encuentra dilucidar qué aspecto tenían las plantas antiguas de quinoa. “En un trabajo arqueológico uno puede estudiar lo que los restos antiguos muestran. Pudimos "ver’ el ADN de las semillas arqueológicas. Sin embargo, es difícil saber cómo era el aspecto de aquellas plantas antiguas. Ahora, a partir de la información genética nos interesa “reconstruirlas” y aunque el ADN de las semillas está muy fragmentado, nos ayuda que el genoma de la quinoa hoy está secuenciado. Sería un gran avance para la ciencia saber cómo eran”.

Cultivos en los Andes áridos

Por otra parte, Bertero le contó a “Sobre La Tierra” que el antiguo sistema de cultivos y pasturas en la región de los Andes áridos argentinos logró persistir a pesar de la irrupción conquistadora de los españoles.
“Se mantuvo a lo largo de los períodos colonial, desde el siglo XVI, y republicano, hasta mediados del XIX. Sin embargo, seguía sujeto a los vaivenes del clima: una sequía de 30 años entre 1860 y 1890 afectó duramente a la agricultura y a la población”, detalló.
Y “eso, sumado a los crecientes procesos de industrialización, urbanización y globalización, determinó, ya en el siglo XX, el abandono de gran parte de aquel sistema agrícola prehispánico”, continuó describiendo.
“El sistema retornó al pastoralismo extensivo y a la agricultura de pequeña escala. Durante los períodos colonial y republicano tuvo lugar un segundo episodio de reemplazo de variedades de quinoa locales por otras de menor riqueza génica”, expresó.

¿Con qué está vinculada?

“Lo que esto demuestra, finalmente, es que la disminución de la variabilidad genética está muy vinculada con procesos climáticos y sociales, y que sucede tanto en fases de expansión como de marginalización de la agricultura”, aclaró el investigador.
Y los resultados pueden ser muy útiles para evaluar también los procesos a futuro respecto a la agricultura.