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Un suelo bien manejado puede ayudar a prevenir las inundaciones  
Casa Martínez- 28-02-2019 -
  Nota publicada por: Casa Martínez el 28-02-2019

Nota de origen:
Un suelo bien manejado puede ayudar a prevenir las inundaciones
Enviada por: FAUBA , el 07-03-2019

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A mediados de enero en las redes sociales circularon dos videos de un campo sembrado con pasturas en el sur de Córdoba, donde habían llovido 130 mm en sólo cinco horas. Llamaba la atención porque si bien el suelo estaba anegado, se veían enormes burbujas que salían de la superficie del suelo dejando infiltrar el agua. En el segundo video, grabado el día siguiente, podía apreciarse que el agua se había ido. Las imágenes contrastaban con otras que se difundieron al mismo tiempo en distintas zonas donde también habían caído fuertes precipitaciones, pero que permanecían inundadas.

¿Qué diferencia podría haber existido entre este campo y otros que respondieron de un modo tan diferente a las lluvias? ¿El contraste entre ambas situaciones responde sólo a las características propias de cada suelo y otros aspectos del ambiente, o también a las prácticas de manejo que se emplean en cada establecimiento?

“Nuestro país es muy vasto y tiene muchas regiones con diferentes características ambientales. Desde el punto de vista del suelo hay regiones más frágiles, que pueden erosionarse y degradarse rápidamente, y otras que tienen cierta capacidad de ser resilientes y soportar un estrés como el de las lluvias intensas. Pero más allá de estas diferencias, en todos los casos es necesario emplear buenas prácticas para conservarlos. Los fenómenos extremos propios del cambio climático, como las fuertes precipitaciones, justamente ponen en evidencia tanto la fragilidad natural del suelo como el manejo al que están sometidos”, explicó Diego Cosentino, investigador de la cátedra de Edafología de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y del CONICET.

Al respecto trazó dos grandes líneas de manejos posibles: aquellos establecimientos sembrados con monocultivos, donde los suelos sin cobertura vegetal quedan expuestos durante una gran parte del año a la erosión hídrica y eólica. Y en segundo lugar destacó aquellos planteos que incorporan rotaciones con gramíneas y cultivos de cobertura, por ejemplo, que ayudan a conservar la estructura de los suelos.

“Si un suelo mal manejado recibe lluvias de 100/150 mm por hora, como también pasó recientemente en el norte de la provincia de Santa Fe, puede tener problemas de infiltración, que es la entrada del agua al perfil, y generar inundaciones”, advirtió Cosentino. ¿Cómo sucede esto? “Un suelo arenoso, por ejemplo, tiene un tipo de textura que permite que el agua pase muy rápido. Pero si ha sido trabajado con monocultivos, por ejemplo, se pueden formar una costra impermeable que no deja pasar al agua”.

“Cuando el suelo está desnudo, las gotas de la lluvia pegan directamente sobre su superficie y rompen la estructura de los primeros milímetros. Esto hace que la arcilla se separe del limo y de la arena, y entonces puede formarse una costra superficial (también llamada sello por los especialistas en edafología). Aunque el suelo sea permeable, el agua no va a poder entrar, con lo cual la infiltración va a ser igual a cero”, explicó Cosentino, quien además es el vicepresidente de la Asociación Argentina de la Ciencia del Suelo (AACS). “Estas situaciones se hacen más evidentes en los momentos estresantes, cuando hay excesos de agua”, agregó.
“En cambio en los suelos bien manejados, con esquemas de rotación que incorporan a las gramíneas, cultivos de cobertura o de servicios, por ejemplo, aparece una importante actividad de las raíces y un mayor contenido de materia orgánica. Estas buenas prácticas mejoran la estructura y permiten que no se forme una costra superficial. El suelo va a ser más saludable, a formar poros y a poder infiltrar, soportando estos grandes factores de estrés”, detalló.