La ganadería le pone límites a la invasión de leñosas en las pampas |
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Desde hace años, los campos de la Región Pampeana son afectados por malezas difíciles de controlar. Un estudio de la FAUBA demostró que el manejo adecuado del pastoreo permite reducir el crecimiento y la supervivencia de la Acacia negra, un árbol exótico y agresivo.
Por Pablo A. Roset
(SLT/FAUBA) El aumento de la cantidad de especies leñosas —es decir, árboles y arbustos— en pastizales y sabanas es un proceso que está sucediendo a escala global en estos ecosistemas, y representa una preocupación creciente para los productores. Desde hace años, los pastizales de la Región Pampeana sufren la invasión de Gleditsia triacanthos, o Acacia negra, un árbol que una vez establecido es difícil y costoso de controlar. Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) en la región comprobó que el pastoreo vacuno sobre plantas pequeñas de esta leñosa redujo hasta 60% su biomasa y hasta 21% su supervivencia. Sobre esta base, las autoras de la investigación evalúan la posibilidad de usar la ganadería como una herramienta para controlar el problema.
“Queríamos investigar qué efecto tenía la ganadería en las primeras etapas del ciclo de vida de la Acacia negra en la Región Pampeana. Por eso realizamos un experimento a campo en parcelas pastoreadas y no pastoreadas por vacunos. En cada una colocamos 20 plantas de G. triacanthos de 7 cm de altura —plantas chicas— y 20 de 13 cm de altura —plantas grandes—, e hicimos que las vacas pastorearan dos veces las parcelas correspondientes, con un mes de descanso en el medio para que el pastizal se pudiera recuperar”, dijo a Sobre La Tierra Melina Aranda, docente de la cátedra de Ecología de la FAUBA.
“Por un lado, encontramos que la ganadería disminuyó notablemente el crecimiento de este árbol. El efecto del pastoreo fue mucho mayor en las plantas grandes, a las que les redujo 60% la parte aérea y 25% la masa de raíces, en promedio. El impacto sobre las plantas chicas fue importante, pero de menor magnitud porque las vacas les removieron menos cantidad de biomasa aérea, justamente por ser más pequeñas y tener menos hojas”, comentó Lucía Mochi, docente del Departamento de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información (FAUBA) y coautora del trabajo presentado en 2018 en la XVIII Reunión Argentina de Ecología.
Y agregó: “Luego, al comparar entre las parcelas pastoreadas y las no pastoreadas, pudimos comprobar que la presencia de los vacunos también redujo un 21%, en promedio, la supervivencia de todas las plantas, las chicas y las grandes. En las clausuras, la supervivencia media fue 76%, mientras que en las pastoreadas fue sólo 55%”.
“Por último, y también relacionado con la supervivencia, detectamos que el tamaño inicial de las plantas es un factor clave; las plantas grandes sobrevivieron 20% más y rebrotaron 10 veces más que las chicas. Lo llamativo fue que esta supervivencia diferencial entre tamaños fue independiente de la presencia de vacas. Es decir que las plantas chicas tienen per se menos chances de sobrevivir. A medida que crecen, esa probabilidad va aumentando”, puntualizó Melina Aranda. |
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