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La rotación agrícola, herramienta clave contra enfermedades en soja  
Rural Net- 30-04-2019 -
  Nota publicada por: Rural Net el 30-04-2019

Nota de origen:
La rotación agrícola, herramienta clave contra enfermedades en soja
Enviada por: FAUBA , el 03-05-2019

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Una investigación de la UBA demostró que la alternancia de cultivos permite reducir el daño por hongos patógenos que causan enfermedades de fin de ciclo en esta oleaginosa, responsables de notables pérdidas económicas. ¿Incide la siembra directa en la aparición de tales afecciones?

(SLT/FAUBA) En la Argentina, un porcentaje muy alto de la soja se produce como monocultivo bajo siembra directa (SD). Aunque la SD preserva los suelos de la degradación, la acumulación de rastrojos genera un ambiente favorable para la supervivencia de hongos que afectan el follaje del cultivo en sus etapas finales. Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) realizado en Pergamino, región núcleo sojera, demostró que la rotación de cultivos redujo hasta un 48% la defoliación por enfermedades de fin de ciclo, en comparación con el monocultivo. Además, la alternancia de cultivos también mejoró la “sanidad” del suelo. ¿Una opción al uso de fungicidas?

“Estudiamos dos enfermedades conocidas como ‘de fin de ciclo’ (EFC): la mancha marrón, causada por Septoria glycines, y el tizón morado de la hoja, causado por Cercospora kikuchii. Estas enfermedades pueden infectar el cultivo en etapas tempranas, pero recién causan la caída anticipada de las hojas en las etapas finales. Por eso, muchos productores aplican fungicidas de forma preventiva”, explicó Cecilia Smirnoff, docente de la cátedra de Fitopatología de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).

En este marco, Smirnoff comparó lotes manejados bajo monocultivo de soja con otros donde se practicaba la rotación de cultivos; en ambos casos, bajo SD. “La idea fue ver si producir soja como único cultivo favorece el desarrollo de los hongos que causan las EFC, y si la rotación fomenta una mejor sanidad del cultivo y estimula la capacidad del suelo para controlar a los fitopatógenos que lo habitan, característica de los llamados suelos supresivos”, sostuvo. Este experimento formó parte de la maestría que Cecilia realizó en la Escuela para Graduados de la FAUBA bajo la dirección de Marcela Gally, docente de la cátedra de Fitopatología y actual decana de esa Casa de Estudios.

La investigadora remarcó que, en la actualidad, la intensidad de ciertas enfermedades del cultivo de soja, entre las que se encuentran las dos EFC foliares que evaluó en sus estudios, estaría relacionada con el sistema de producción más frecuente en la Argentina: el monocultivo bajo siembra directa.
El rastrojo está servido

El trabajo se realizó a campo en el marco del proyecto ‘Biología del Suelo y Producción Agropecuaria Sustentable’ (BIOSPAS) en el predio de INTA Pergamino, zona donde por sus características hídricas y térmicas, la mancha marrón y el tizón morado son frecuentes y agresivas. “Estudiamos dos campañas agrícolas y vimos que la severidad del ataque —es decir, la proporción promedio de tejido foliar dañado— en el caso de la mancha marrón fue hasta un 45% más alta en monocultivo que en los lotes bajo rotación. Por su parte, la severidad del tizón morado de la hoja en monocultivo superó en un 18% a la registrada bajo rotación”, puntualizó Smirnoff.

Además, Cecilia se refirió a la caída de hojas que produjeron las enfermedades de fin de ciclo. “Los valores más altos de defoliación se relacionaron siempre con el monocultivo, alcanzando en una de las dos campañas hasta el 90% de pérdida de hojas”.