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Una picada para todos  
Clarín- 17-11-2012 -
  Nota publicada por: Clarín el 17-11-2012

Nota de origen:
Planificar las reservas forrajeras permite ser eficientes pero también dormir tranquilos
Enviada por: CLAAS , el 13-11-2012

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Ni el calor, que en horas del mediodía rozó los 40 grados, pudo marchitar las ganas de más de 100 productores, contratistas y asesores que fueron a Sunchales para capacitarse en las últimas novedades en materia forrajera. Hace ya unos años que, arrinconada, la mejor defensa de la producción de carne y leche es la intensificación. El centro de la cuestión es cómo.

“El proceso de intensificación no pasa por encerrar a los animales sino por medir, por ejemplo, con qué densidad, contenido de materia seca y calidad se armó el silaje, qué pasa cuando se abre, cómo se lo suministra o cuántos kilos de silo se necesitan para transformarlo en un litro de leche, porque a través de la medición generamos el conocimiento para tomar mejores decisiones”, dijo ante Clarín Rural , el asesor privado, Gustavo Clemente.

El asesor repasó las principales variables para tener un silaje de calidad: “El contenido de materia seca, la densidad, el nivel de sustrato o azúcares de la planta para ser transformado en ácido y la población de bacterias presentes para transformar ese sustrato en ácido láctico”. Según Clemente, en Argentina las pérdidas de forraje conservado superan el 30%.

En la “Experiencia forrajera”, organizada por Claas y Forratec en Sunchales, un técnico del semillero, Darío Yerenich, como para empezar a hablar de alfalfa, disparó: “No la manden al peor lote”. Y agregó: “También es importante que el cultivo antecesor deje una buena cama para la siembra y agua; hay que hacer análisis de suelo para determinar necesidades de fertilización, elegir la variedad correcta para el uso que se le va a dar, ser eficientes en la implantación y sembrar una semilla curada”. Recordó que si bien la media de materia seca obtenida en la zona de Rafaela es 7 toneladas por año, según datos del INTA el potencial es de 15 TN/MS/año.

En cuanto a la elección varietal, Yerenich recomendó que si el objetivo es hacer heno, hay que apuntar a grupos cortos, VI o VII; si se va a hacer sólo pastoreo funcionan grupos VIII o IX, y si se va a hacer corte y pastoreo, un grupo VIII está bien. También apuntó al uso de semilla certificada: “Un 3% de impureza nos dio 18 especies de malezas y eso representa 600 gramos por hectárea”. Ahondando en la eficiencia de implantación, que en Argentina es del 30%, Yerenich dijo que para tener una pastura que dure cuatro años hay que lograr, en los primeros cien días, 350 a 400 plantas por metro cuadrado. “Si se arranca con 150/200 plantas, que es lo normal que veo en la zona, al tercer año hay que dar vuelta el lote”, puntualizó.

En referencia a la competencia por el uso de la tierra, la especialista del INTA Castelar Miriam Gallardo destacó que en la producción de alfalfa “hay tecnología como para reducir la mitad de la superficie actual de la alfalfa pero igualmente producir tres veces más”.

Gallardo advirtió que “hoy en la Argentina se pierde eficiencia de conversión tanto en la manipulación como por mal aprovechamiento metabólico”. En este sentido, y pensando en un verano caluroso, explicó que si los animales pastorean en las horas de mayor carga calórica van a “masticar y rumiar” menos, porque eso significa un gasto de energía que tienen que usar para “disipar el calor”. La recomendación es hacer un pastoreo nocturno. “Tenemos buena información al respecto, de Argentina y Australia, que marca una mejora importante en el consumo voluntario del animal”, dijo. Otra forma de alivianar el trabajo del animal para mejorar el consumo es cortar la pastura como cuando se hace heno, disponerla en andanas y ofrecerlas con un oreo corto, aconsejó.

Pero también los fierros deben ayudar. Las máquinas precisas y la tecnología hace ya unos años han desembarcado en la producción de forrajes. “Para obtener un forraje de alta calidad, desde la cabina de la picadora se pueden regular una serie de condiciones para lograr un corte de acuerdo a las necesidades del rodeo que se va a alimentar”, explicó a Clarín Rural José Costamagna, de Claas.

Las tecnologías disponibles permiten que el productor llegue al momento pico, cuando necesita las reservas, con un tercio de ellas ya hechas, en un momento diferente del año en el que se está jugando todo. Así lo explica Costamagna: “Normalmente, el foco de reservas se ponía en maíz y sorgo y la dependencia de las lluvias en la época estival era determinante para saber si se iba a poder pasar mejor el invierno; hoy, la alternativa de hacer reservas de calidad fuera de la temporada alta es un gran alivio”. Además, reduce los costos.

Pero no hay que dejar todo librado a las máquinas y a lo que puedan hacer los contratistas. “Nosotros debemos capacitarnos y los dueños o asesores de los campos deben estar presentes, porque son ellos los que saben las necesidades de sus planteles”, dijo el presidente de la Cámara de Contratistas Forrajeros, Patricio Aguirre Saravia. Consultado sobre los principales cambios en la confección de reservas en los últimos años, destacó: “Hasta hace 15 años se hacían reservas para 60 días; hoy se planifica para 400 días, esto da una mayor estabilidad al sistema”.