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Lenta recuperación de los bosques del Chaco Semiárido  
Agro Visual- 10-03-2020 -
  Nota publicada por: Agro Visual el 10-03-2020

Nota de origen:
¿La soja emitirá tantos gases como el transporte?
Enviada por: FAUBA , el 30-05-2018

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Investigadores de la UBA y la UNSE hallaron que en esta región, los nuevos montes que crecen al cesar la agricultura comienzan a parecerse en funcionamiento y biodiversidad a los originales a partir de los 15 y los 30 años desde el abandono, respectivamente.

Al igual que en muchas regiones del mundo, los bosques del Chaco Semiárido argentino están amenazados por el desmonte para implantar cultivos agrícolas como soja y maíz. En algunos casos, ya sea por causas económicas o por procesos sociales, los productores abandonan la agricultura y el monte vuelve a crecer.

Un estudio de doctorado realizado en la Escuela para Graduados de la Facultad de Agronomía de la UBA (EPG/FAUBA) determinó que la productividad de estos ‘nuevos bosques’ y la de los originales, se igualan a los 15 años de abandono de la agricultura, mientras que la diversidad de especies vegetales se equipara recién a partir de los 30 años. Los investigadores resaltan que esta información abriría el debate para una eventual reclasificación de las áreas ‘blancas’ dentro de la Ley de Bosques y a la posibilidad de restaurar el bosque nativo en zonas desmontadas ilegalmente.

“Nuestra idea fue estudiar si en el Chaco Semiárido, los nuevos bosques que crecen en los campos donde se deja de hacer agricultura —a los que llamamos bosques secundarios— recuperan o no características de los bosques originales —o remanentes—, ya sea desde aspectos de su funcionamiento, por ejemplo, su productividad, como de las especies que los integran. Y si se recuperan, en cuántos años sucede”, comentó María de los Ángeles Basualdo, docente de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Santiago del Estero y reciente Doctora en Ciencias Agropecuarias en la EPG/FAUBA bajo la dirección de Gervasio Piñeiro, docente de la cátedra de Ecología de esa Facultad.

María de los Ángeles explicó que para detectar las áreas a investigar usó una serie de varios años de imágenes satelitales de distintas regiones de Salta y Santiago del Estero. “En total identificamos 33 sitios con tres tipos de áreas adyacentes: desmontadas donde ya no se hacía más agricultura, cultivos y bosques remanentes. A partir de las imágenes también pudimos calcular la edad de los bosques secundarios. A partir de esta información los comparamos entre sí”.

Tiempo al tiempo

“Una forma de analizar cómo impactan los cambios en el uso de la tierra sobre estos ecosistemas es a través de los cambios en la cantidad de luz solar que interceptan, lo cual se relaciona con su productividad. Esa intercepción la estimamos por medio de imágenes satelitales. Al comparar los bosques secundarios con los originales encontramos que, en los primeros años, los secundarios interceptan más luz. Las diferencias entre ambos tipos de bosque desaparecen tras los primeros 15 años desde que se abandona la agricultura”, destacó Basualdo.

La investigadora añadió que realizó la misma comparación para otro aspecto fundamental de estos bosques: las especies vegetales que los componen. “Los resultados de mi tesis muestran que, en promedio, recién alrededor de 30 años a partir de que se dejan de cultivar los campos, los bosques secundarios y los remanentes comienzan a parecerse entre sí en cuanto a la diversidad de plantas que los habitan, desde arbustos hasta árboles”.


Se renuevan las opciones

“Cuando una mira un monte secundario de pocos años, lo que ve es un sitio muy arbustizado. Lógicamente, la tentación de pensar que el bosque original es irrecuperable es grande. Sin embargo, esa es una apreciación muy subjetiva, ya que hay procesos y propiedades de los suelos y de la vegetación que están teniendo lugar, y que aunque no se aprecien a simple vista es necesario cuantificarlos para sacar conclusiones sobre bases concretas. Y eso es lo que hice en mi tesis”, dijo María de los Ángeles.

Fuente: Sobre La Tierra – FAUBA