Cultivos de servicio ayudan a mitigar emisiones de gases de efecto invernadero |
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El óxido nitroso (N2O) es un gas de efecto invernadero (GEI) con importantes efectos negativos en términos ambientales. Además de su alta capacidad de retener calor en la atmósfera, destruye la capa de ozono. La agricultura contribuye enormemente al aumento de la concentración de N2O en la atmósfera, ya que el 60% de las emisiones de este gas proviene de suelos agrícolas. En un contexto de calentamiento global, es indispensable contar con estrategias para mitigarlo y avanzar hacia una agricultura sostenible. En este sentido, un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) analizó el impacto de la incorporación de diferentes cultivos de servicio (CS) en rotaciones que incluían soja y encontró que los CS pueden cumplir un rol clave para evitar que el nitrógeno se libere a la atmósfera como N2O.
La clave está en el manejo
Marcos Petrasek, estudiante de doctorado en la Escuela para Graduados de la FAUBA, explicó que “el suelo emite nitrógeno naturalmente, pero cuando se modifican sus condiciones, por ejemplo, incorporando un cultivo, el ciclo del nitrógeno se altera y ese suelo comienza a emitir más óxido nitroso que el que emitiría en condiciones inalteradas, como en una pradera natural”. Por esto, el primer paso de su investigación fue determinar cuánto N2O se emite a lo largo de un ciclo de cultivo de soja. Esta planta captura nitrógeno atmosférico gracias a la simbiosis que realiza con bacterias del suelo que viven en sus raíces.
“Cuando el cultivo de soja finaliza su ciclo y está listo para cosechar, una parte del nitrógeno capturado queda almacenado en los granos y otra parte queda en la planta. Luego de la cosecha, el residuo de la planta se descompone y ese nitrógeno pasa al suelo. En ese momento tiene lugar un pico de emisiones de óxido nitroso”, dijo Marcos, quien es dirigido en sus estudios por Laura Yahdjian, docente de la cátedra de Ecología de la FAUBA.
A partir de esta observación, Marcos se planteó sembrar un cultivo de servicios que tomara ese nitrógeno que pasaba del rastrojo de la soja al suelo para evitar que se libere a la atmósfera como N2O. “Empezamos haciendo un ensayo con dos cultivos de servicios, avena /una gramínea/ y vicia /una leguminosa/. Ambas toman el nitrógeno del suelo de manera diferente y también podrían aportar nitrógeno al suelo en distintos momentos que, a su vez, se podría aprovechar en un cultivo siguiente”, explicó.
Petrasek añadió que este primer ensayo, que duró un año, buscaba conocer los valores medios de emisión de N2O a partir de la incorporación de los CS entre dos cultivos de soja. Este ensayo se realizó teniendo en cuenta el calendario de siembra habitual en la producción, que contemplaba dos momentos sin cultivos sobre el suelo. El primero, ocurre entre la cosecha de la soja y la siembra del cultivo de servicios. El segundo va del secado del CS hasta la siembra de la soja en la campaña siguiente. Estas dos ventanas de tiempo, indicó Marcos, son las que presentaron los niveles máximos de emisiones de óxido nitroso.
“En el segundo experimento buscamos mitigar las emisiones de óxido nitroso en esas dos ventanas de tiempo. Así que sembramos el CS en dos fechas diferentes para probar diferentes alternativas de manejo. La primera, cuando la soja todavía estaba verde, y la segunda, unos días antes de la cosecha. Y después, manejamos un secado temprano del CS y otro tardío para ver si alguno de los dos lograba disminuir las emisiones de óxido nitroso. En ambos casos comprobamos que se evitaron los picos de emisiones de óxido nitroso”, detalló Marcos. |
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