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Hay que plantar más árboles, cuidar a los que están y promover la creación de nuevos espacios verdes. Esa es la fórmula que se viene empleando en distintos lugares del mundo para mitigar los efectos del fenómeno conocido como "islas de calor", como se denomina a los espacios urbanos con escasa vegetación, donde las altas temperaturas se hacen sentir, sobre todo durante la temporada estival.

Un estudio realizado en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires llevó a cabo mediciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para comprobar si, efectivamente, hay temperaturas más altas en las zonas donde predomina el cemento comparadas con aquellas donde el arbolado y los espacios verdes son más generosos. Para ello, durante el mes de febrero de 2020 se realizaron mediciones en una misma franja horaria en distinta áreas de la ciudad. El trabajo de investigación, que logró registrar temperaturas de 19 °C en el norte de la ciudad y 42 °C en el sur, llegó a la conclusión que esa amplitud térmica entre una zona y otra se explica, en gran parte, por el tamaño de los espacios verdes. El estudio fue realizado por Paula Galansino y forma parte de su tesis de grado para la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la Facultad de Agronomía de la UBA.

"Las ciudades suelen tener temperaturas más elevadas que sus entornos rurales. Este fenómeno se conoce como efecto ‘isla urbana de calor’ y se da por diferentes causas. Una es la falta de vegetación urbana, ya que, entre otros beneficios, las áreas verdes disminuyen la temperatura del aire. El problema es que en lugar de espacios vegetados se colocan grandes superficies impermeables, como concreto y asfalto, que retienen más calor y lo liberan a lo largo del día y la noche", observa la autora del trabajo de investigación.

La semana pasada se conoció el último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), donde se advierte que las personas que viven en grandes conglomerados urbanos enfrentan mayores riesgos de estrés por calor. El dato no es menor para una región como la nuestra, que conoce muy bien los efectos de las olas de calor. Por eso es fundamental que se genere una mayor conciencia sobre la importancia que tiene el cuidado del arbolado urbano.

No hay secretos. Se sabe que los árboles contribuyen eficazmente a mitigar las altas temperaturas haciendo más soportables las jornadas en aquellas zonas de la ciudad donde el cemento no deja lugar al verde. Está comprobado, además, que mejoran la calidad del aire, haciendo que las ciudades sean lugares más saludables para vivir.

La Organización Mundial de la Salud aconseja que las ciudades tengan al menos un árbol por cada habitante, ya que el arbolado tiene una estrecha relación con la salud de la población. No es el único organismo internacional que promueve la creación de espacios más verdes. También lo hace el Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Urbanos /ONU Hábitat/, que asegura que la ubicación estratégica de árboles en las ciudades puede ayudar a enfriar el aire entre 2 y 8 grados centígrados. Según los investigadores de este organismo, la ubicación correcta de los árboles alrededor de los edificios puede reducir la necesidad de uso de equipos de aire acondicionado en un 30 por ciento, y reducir el consumo de energía para calefacción en los días más fríos entre un 20 y un 50 por ciento.

Debido a que las temperaturas en las áreas urbanas son más elevadas que en las zonas rurales, cada vez más ciudades del mundo comienzan a adoptar medidas para reducir los efectos de las llamadas "islas de calor", un fenómeno que es más evidente en horas de la noche. Es que mientras en las zonas con más espacios verdes y arbolado la temperatura disminuye cuando cae la noche, en ese mismo momento en las áreas urbanas el pavimento y el cemento de las construcciones comienzan a liberar el calor acumulado durante el día.

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