Aprovechan residuos industriales para fabricar “suelos artificiales” |
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Miles de toneladas de residuos industriales se generan a diario y gestionarlas implica altos costos económicos y ambientales. Sin embargo, muchos de estos residuos poseen elementos que se pueden revalorizar, tales como carbono, nitrógeno y fósforo.
Por eso, un proyecto de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la empresa Tecsan busca reciclar esos nutrientes para elaborar suelos artificiales capaces de mejorar las propiedades edáficas y la productividad de las tierras degradadas. Los resultados preliminares son prometedores en suelos de relleno sanitario y “de descarte”.
“Muchos de estos residuos contienen mucha materia orgánica, nitrógeno y fósforo, y tienen gran potencial para revalorizarse. Sin embargo, les falta un ‘esqueleto’, como son las arenas o los limos, es decir, partículas que les den estructura. En cambio, hay muchos suelos con poca materia orgánica y mucho ‘esqueleto’. Entonces, al mezclarlos, obtenemos lo mejor de cada parte”, comentó Filipe Behrends Kraemer, docente de la cátedra de Manejo y Conservación de Suelos de la FAUBA, en un artículo publicado por el sitio informativo de esa facultad (Sobre la Tierra). En miras a restaurar suelos degradados y mejorar las propiedades de otros poco productivos, el proyecto interinstitucional produce suelos artificiales (o tecnosoles) a partir de grandes volúmenes de residuos industriales.
“La idea es elaborar productos que sirvan para mejorar suelos en términos de fertilidad, de aireación y de actividad microbiana. Los tecnosoles tienen muchas propiedades y brindan servicios similares a un suelo natural. Al poder aplicarse en diversos casos y a gran escala, abren muchas posibilidades y desafíos”, resaltó Filipe.
Filipe, quien además es investigador del CONICET, explicó que cuando se cierran los rellenos sanitarios, se trae “suelo negro” para cubrirlos y vegetarlos. “Ese suelo venía de otro lado, con lo cual estamos degradando un lugar para remediar otro. Entonces, usamos residuos orgánicos del relleno y efluentes cloacales, los mezclamos con suelos degradados y los aplicamos en diez hectáreas del Complejo Ambiental Norte del CEAMSE. En poco tiempo creció muchísima vegetación y al año, la mezcla se estructuró en bloques, presentó poros verticales y estables, y una comunidad microbiológica muy parecida a la de un suelo”, relató. El equipo también trabaja con lo que se llama “suelo de descarte”.
Filipe contó que cuando las empresas extraen y comercializan el horizonte A /la capa más superficial y fértil de los suelos/ dejan mucha greda, parte de horizonte B y tosca (como se le dice al horizonte C), estratos más profundos y menos productivos. “Nosotros aprovechamos 600 kilos de ese descarte y lo mezclamos con 200 kilos de diversos residuos industriales procesados. Para nuestra sorpresa, obtuvo mejores resultados en la estructuración del suelo y en el crecimiento vegetal que el horizonte A de la misma zona”, remarcó. |
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