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La campaña gruesa 2023/24 arrancó a todo ritmo. A diferencia de lo que ocurría hace un año atrás, las lluvias acompañan en general las labores de implantación. Según la Guía Estratégica para el Agro (GEA), la producción de soja será de 50 millones de toneladas y la de maíz de 56 millones. El Niño se afirma y hasta se vuelve más fuerte, lo cual también trae aparejada una cuota de incertidumbre.

Lo que está claro es que la situación es muy diferente a la que se registraba hace doce meses, cuando la GEA publicaba un pronóstico sombrío sobre la campaña gruesa 2022/23. “En aquel entonces los suelos estaban agotados y las proyecciones climáticas eran desalentadoras, lo que dejaba al agro argentino en una situación crítica”, recuerdan desde el servicio de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Comercio de Rosario. El resultado: se perdió el 60% de la cosecha de soja y el 36% de la de maíz debido a una sequía que se extendió hasta finales de octubre.
La siembra de soja se consolida en la región.
El trigo y la soja avanzan a toda máquina en la región
Soja temprana (de primera), en pleno proceso de siembra en el centro sur del departamento Las Colonias.
La siembra de soja superó las 800 mil hectáreas en el centro y norte de Santa Fe

El panorama cambió. Noviembre fue testigo de una serie de frentes de tormentas que llevaron a una recuperación hídrica notable en la región pampeana.

Pero el panorama no está exento de desafíos. Es que si inicialmente se esperaba que el fenómeno climático del Niño fuera moderado, las condiciones climáticas demostraron ser extremadamente variables. Ahora existe una probabilidad superior al 55% de que persista fuerte durante el trimestre enero/marzo de 2024, y no se descarta la posibilidad de un Niño “muy fuerte”.

Esta mayor intensidad pueden tener impacto en la producción agrícola. “Si bien las lluvias fueron bienvenidas, la intensificación del Niño podría traer consigo condiciones climáticas impredecibles”, señalaron los técnicos.

El consultor Alfredo Elorriaga aclaró que “aumenta la probabilidad de anomalías climáticas pero no necesariamente equivalen a impactos más fuertes”. Esto hace referencia a que hay otros factores que moderan su influencia en Argentina.

En su informe del 4 de diciembre, la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) destacó que las buenas condiciones climáticas en el este de la región pampeana se van extendiendo de a poco hacia el oeste. Y destacó el pronóstico oficial de El Niño/Oscilación del Sur que señala una probabilidad del 100% de que el fenómeno se mantenga durante todo el verano.

María Elena Fernández Long, de la misma casa de estudios, citó un trabajo del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) sobre los veranos transcurridos durante la fase Niño desde el año 1961. Muestra que, en promedio, las precipitaciones son mayores a los valores normales en gran parte del este y el centro del país. En el sur de la Mesopotamia y el norte del Litoral los suelos “ya se encuentran con excesos hídricos, lo que complica aun más la situación”.

Tras la bisagra climática que significó noviembre, la inestabilidad seguirá en la región central pero con precipitaciones más difusas. “No es un frente, son tormentas erráticas que van a dejar acumulados más desparejos que los observados en la última semana de noviembre”, señaló Elorriaga.

Los climatólogos están un poco en guardia con este Niño, que trajo precipitaciones pero también dejó “huecos” importantes en la región, como en el Noroeste bonaerense. De hecho, los modelos probabilísticos para los próximos 15 días muestran menores lluvias en la región pampeana respecto de noviembre. “Parece una contradicción, por eso resaltamos la gran complejidad de las condiciones ambientales que estamos transitando”, concluyó Elorriaga.

El panorama general muestra, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, una mejora generalizada en los cultivos de verano.

En el centro norte de Santa Fe, según el informe del Ministerio de Producción y la Bolsa de Comercio de la capital de la provincia, la siembra de soja tardía o de segunda comenzó esta semana con una superficie estimada de 600.000 hectáreas. En el caso de la soja de primera, hasta el momento se llevan implantadas 840.000 hectáreas. La intención es cubrir un total de 1.050.000 hectáreas, el mayor registro de los últimos 12 años.

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