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Más monocultivos, menos diversidad de sapos y ranas en el oeste bonaerense  
Sudoesteba- 21-08-2024 -
  Nota publicada por: Sudoesteba el 21-08-2024

Nota de origen:
Más monocultivos, menos diversidad de sapos y ranas
Enviada por: FAUBA , el 20-08-2024

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Se eliminan pastizales y alambrados, se cultivan estanques y tierras bajas. La producción agrícola avanza sobre hábitats de diferentes especies y el paisaje se llena de hileras verdes hasta el horizonte. Un estudio en la Pampa Interior encontró que, por los cambios agronómicos, en menos de 10 años se perdieron tres especies de sapos y ranas. Resaltan la necesidad de preservar más áreas naturales, más variadas y conectadas para mantener la diversidad de especies silvestres.

El avance de la agricultura transformó los hábitats de miles de especies silvestres. La Región Pampeana es uno de los territorios que más se modificó para la producción agropecuaria en muy corto tiempo, en particular, para realizar monocultivos. ¿Qué pasó con la fauna de la zona?
La pérdida de hábitats es una de las principales causas de la disminución de la biodiversidad

Karina Hodara, docente de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), estudió cómo respondieron los sapos y las ranas a los cambios en el paisaje de una estancia al sudoeste de la provincia de Buenos Aires. “Los anuros son muy susceptibles a las modificaciones del ambiente”, señaló.

“Entre 2004 y 2012 la superficie de cultivos anuales aumentó en casi un 60% y la de pasturas naturales disminuyó en un 80%. Además, se eliminaron dos tercios de los alambrados perimetrales y se redujo un tercio el área de los cuerpos de agua temporales”, contó Hodara.
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La investigadora resaltó que en ese tiempo se perdieron tres de las ocho especies de anuros que habitaban la zona, dos de ranas y una de sapo. “Las que toleraron los disturbios tienen en promedio cuerpos más pequeños y las encontramos sobre todo en hábitats menos perturbados como debajo de los alambrados, pastizales o campos abandonados”.
En 10 años, las especies que se extinguieron localmente fueron Rhinella dorbignyi, Boana pulchella y Pseudopaludicola falcipes. Fotos: Arthur Abegg, Silvio Lamothe y Sebastián Preisz

Según Hodara, integrante del Departamento de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información de la FAUBA, esta información es valiosa para manejar y monitorear hábitats naturales y preservar sus especies. “Además, demuestra que sapos y ranas encuentran diversas dificultades para sobrevivir y reproducirse con los cambios que trae el avance agrícola”.


Manejos agronómicos y biodiversidad

Hodara profundizó en los efectos de los disturbios sobre los anuros. “Estas especies dependen del agua en sus estadíos de huevo, larva y renacuajo. Sin embargo, como en los ambientes agrícolas quedaron pocos cuerpos de agua, y los que se mantuvieron están contaminados, tienen dificultades para completar su ciclo de vida”.
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“Los sapos y ranas son buenos controladores biológicos de plagas. Además, son alimento de lechuzas, halcones y hurones, entre otros animales” (K. Hodara) Foto: Raúl Maneyro

Además, los que llegan a adultos se dispersan muy poco, un promedio de entre 200 y 300 metros por día. Por eso, necesitan ambientes acuáticos y terrestres muy próximos y conectados. “Entre los monocultivos, quedan áreas naturales remanentes, pero están muy aisladas y son muy pequeñas. Entonces los anuros no encuentran los ambientes óptimos que necesitan para vivir”.
A lo largo del estudio, el equipo capturó 532 anuros de 8 especies diferentes

Para finalizar, reflexionó: “Si queremos restaurar los ecosistemas y reintroducir elementos del paisaje que desaparecieron, hay que repensar de qué manera hacemos agricultura. Tal como está planteada en la actualidad, la diversidad de especies silvestres está en problemas”.



Por Sebastián Tamashiro / Sobre La Tierra