Sumar esfuerzos para reducir el desperdicio de alimentos |
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Los alarmantes números sobre la pobreza que publicó la semana pasada el INDEC obligan a adoptar medidas, en forma urgente, para asegurar que la alimentación llegue a quienes más los necesitan en este difícil momento que atraviesa el país. Según la Red de Bancos de Alimentos, la asociación civil sin fines de lucro que nuclea a bancos de alimentos de todo el país, con la cantidad de kilogramos de alimentos que se pierden o desperdician en todo el país, se podría alimentar a más de 24 millones de argentinos durante todo un año. El dato no es menor: el número de beneficiados que se podría lograr se acerca a la cantidad de personas que en todo el territorio nacional viven bajo la línea de pobreza (24,9 millones, según los datos oficiales del INDEC).
Un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires reveló que se pierde hasta un 30% de la producción de alimentos en diversas cadenas agroalimentarias, cifra que coincide estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que indica que aproximadamente un tercio de los alimentos producidos en todo el mundo nunca se consume. El estudio de la mencionada casa de estudios destaca la importancia de la educación y concienciación de los consumidores para abordar el problema del desperdicio de alimentos y, en ese sentido, sostiene que comprender las consecuencias del desperdicio es fundamental para motivar acciones efectivas en la reducción de pérdidas. Como se dijo, en nuestro país más de 16 millones de toneladas de alimentos se pierden anualmente, lo que ha generado valiosas iniciativas para recuperar frutas y verduras que son descartadas, como las que llevan adelante los bancos de alimentos.
Según FAO, los alimentos en buen estado que se tiran a la basura en todo el mundo llegan a casi 2.000 millones de toneladas por año, provenientes de toda la cadena agroalimentaria, es decir desde la producción primaria hasta los hogares. Cerca del seis por ciento de estas pérdidas y desperdicios de alimentos mundiales se registran en los países de América Latina y el Caribe.
Para encontrar soluciones a este serio problema se pusieron en marcha en nuestro país (y también en distintas regiones del mundo) las redes de Bancos de Alimentos que reciben alimentos donados, muchos de los cuales serían desperdiciados de otra manera. Las donaciones provienen de granjas, productores, distribuidores, comercios minoristas, consumidores y otras fuentes. Cada red, por su parte, hace llegar esos nutrientes a aquellas familias que los necesitan a través de agencias comunitarias. Con presencia en diez provincias, en nuestro país funciona la Red de Bancos de Alimentos Argentina que cada año distribuye cerca de 8.700.000 kilos de alimentos a través de 2117 entidades, beneficiando a más de 300.000 argentinos. Su tarea consiste en rescatar alimentos que son aptos para el consumo humano antes de que sean desechados, a fin de almacenarlos, clasificarlos y distribuirlos, de manera trazable y segura, para luego canalizarlos a través de entidades de ayuda comunitaria.
Un estudio realizado hace unos años por la Subsecretaría de Alimentos de la Nación reveló que en la Argentina las mayores pérdidas se registran en las cadenas de hortalizas (42,1 por ciento), y frutas (29,8 por ciento). Datos aportados por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en tanto, señalan que las pérdidas se focalizan principalmente en las etapas de producción, post cosecha y procesamiento. Con los niveles de pobreza e indigencia que existen actualmente (en el Gran Resistencia el 76,2% de la población es pobre) urge fortalecer los programas existentes para asistir a los sectores más vulnerables y adoptar medidas que permitan reducir el desperdicio de alimentos, sumando a organizaciones no gubernamentales, empresas, universidades y gobiernos locales, entre otros actores. La difícil situación nutricional de amplios sectores de la población obliga a implementar estrategias que minimicen el desperdicio y optimicen el uso de todos los recursos disponibles. |
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