Control biológico para frenar al mosquito del dengue |
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Este enfoque parte de la premisa de que es más efectivo eliminar a los mosquitos en su etapa acuática, cuando aún son larvas, que intentar combatirlos cuando ya están volando. A diferencia de los métodos tradicionales que se basan en fumigaciones o repelentes, el control biológico apunta a interrumpir el ciclo de vida del mosquito en su punto más vulnerable.
Desde hace tres años, el proyecto ofrece de manera gratuita asesoría y material biológico a instituciones, barrios, huertas, edificios y espacios comunitarios que cuenten con piletas sin uso, tanques de recolección de agua, estanques ornamentales o cualquier otro tipo de cuerpo de agua donde los mosquitos podrían reproducirse. En esos espacios se siembran dos especies de peces autóctonos, conocidos popularmente como "madrecitas del agua", "panzuditos" o "junqueritos", que se alimentan de las larvas y ayudan a mantener el agua libre de criaderos.
Los investigadores que trabajan en el proyecto estiman que cada uno de estos pequeños peces puede consumir entre 100 y 300 larvas por día, según su tamaño y condiciones ambientales. Además, tienen una alta capacidad de reproducción, son resistentes a distintos entornos y no requieren alimentación suplementaria, ya que se nutren de la microfauna acuática del ecosistema. Su uso no implica riesgos para otras especies locales, ya que son peces nativos perfectamente adaptados al entorno.
Cabe destacar que, si bien existen productos químicos larvicidas, su uso implica un costo elevado y requiere aplicaciones constantes. Por el contrario, los peces pueden convivir en los reservorios durante todo el año, eliminando las larvas de manera natural, silenciosa y eficiente. A su vez, al evitar el uso de insecticidas, se protege la biodiversidad acuática y se contribuye al cuidado del medio ambiente.
Es importante señalar que este proyecto no reemplaza otras medidas preventivas, sino que las complementa. En rigor, la lucha contra el dengue requiere de un enfoque integral, que incluya el descacharrado, el uso de mosquiteros y repelentes, y la protección de recipientes donde se acumula agua. Sin embargo, el control biológico agrega una herramienta fundamental para intervenir en aquellos espacios que no pueden vaciarse con facilidad, como fuentes decorativas, tanques de agua o cisternas de riego.
Además del impacto sanitario, el proyecto tiene un fuerte componente educativo. Desde la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires se busca generar conciencia sobre el ciclo de vida del mosquito, la importancia del manejo adecuado del agua y la relevancia del control de plagas con métodos naturales. Esta línea de trabajo también contribuye a visibilizar al dengue como un problema ambiental, que se agrava con el cambio climático y el avance de especies tropicales hacia nuevas latitudes.
El calentamiento global, el aumento de las temperaturas y la modificación de los regímenes de lluvias están favoreciendo la expansión del Aedes aegypti hacia regiones donde antes no se registraba su presencia. Frente a este contexto, pensar estrategias de prevención a largo plazo se vuelve indispensable. Y el control biológico con especies nativas ofrece una respuesta eficaz, accesible y respetuosa del ambiente.
En definitiva, este proyecto de la UBA demuestra que la universidad pública y la ciencia pueden estar al servicio de la comunidad no solo desde lo académico, sino también desde lo práctico. Con acciones concretas, asesoramiento gratuito y una perspectiva sustentable, la iniciativa ofrece una alternativa prometedora para reducir la población de mosquitos y, con ello, el riesgo de transmisión del dengue, el zika y la fiebre chikungunya.
Mientras el cambio climático impone nuevos desafíos en materia de salud pública, propuestas como esta invitan a repensar el vínculo entre naturaleza y prevención, entre saber científico y acción territorial. Y recuerdan que, muchas veces, las soluciones más eficaces están en manos de la propia biodiversidad. |
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