| La pelota no se mancha |
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Se acerca la fecha de inicio de la Copa del Mundo. Todos los argentinos ya van armando su equipo favorito y suben las ventas de televisores y camisetas celeste y blanca. La euforia futbolera se empieza a sentir en las calles.
En ese contexto, mucho se ha hablado de las canchas en las que jugará la selección argentina; sin embargo, poco se sabe de uno de los protagonistas de este juego: el césped. Sudáfrica inauguró cinco estadios y reacondicionó otros tantos para la ocasión, y la mirada estuvo fuertemente puesta en ese colchón verde que será testigo y parte de goles, faltas, penales y ovaciones.
Hacia allí viajó hace algunas semanas un experto argentino, el ingeniero agrónomo Fabio Solari, profesor asociado a cargo de la Cátedra de Topografía de la Facultad de Agronomía de la UBA, para dirigir el llamado “Tour Verde Sudáfrica 2010”, una gira técnica para especialistas que recorrió los campos de juego e incluyó un seminario sobre tecnología de césped de alto rendimiento en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Pretoria.
El objetivo de esta iniciativa fue debatir acerca de la puesta en práctica de nuevas técnicas agronómicas y cómo mejorar las ya existentes en lo que respecta a la preparación de campos de juego. Debido a que Sudáfrica se encuentra en la misma latitud que Argentina y Chile, de la mano del Profesor de la Universidad de Pretoria Adriaan Schoeman, el estudio acerca de las nuevas tecnologías implementadas en los campos resultó interesante para Solari, quien se dedica hace varios años a brindar asesoramiento en este tema.
El ingeniero agrónomo, que colabora con la Secretaría de Deportes de la Nación en capacitación sobre césped y está a cargo de distintos cursos de posgrado en la UBA y universidades privadas, señaló que “es un tema bastante interesante, porque si bien no es agricultura, se trata de un cultivo; con alguna desventaja respecto de los cultivos tradicionales como, por ejemplo, que no se hace un manejo del suelo con rotaciones, no se ara, hay compactación, hay mucho pisoteo y se precisa una carga de tecnología intensiva”. La geografía de Sudáfrica, según explica Solari, “es muy similar a lo que es acá San Luis o Córdoba, y hay una realidad bastante parecida a nuestra Pampa semiárida”. Son suelos de textura arcillo/limosa, el régimen climático de precipitaciones es relativamente bajo y la altura de las ciudades en que se realizará la Copa del Mundo está entre los 500 y 800 metros, razón por la cual la temperatura es apenas un poco menor que la de la zona del centro de Argentina.
Por eso, el país donde está por arrancar el Mundial se vio, indudablemente, más identificado con la situación de Latinoamérica que con la de Europa para llevar adelante este “tour verde”.
Es que la tendencia, sobre todo en los países que sufren inviernos muy rigurosos /como algunas zonas de Europa, Estados Unidos o Japón, entre otros/, es desarrollar estadios cubiertos y, por lo tanto, reconvertirlos hacia el césped sintético; incluso desde la presidencia de la FIFA hay una fuerte inclinación en ese sentido. Y el contexto en los países de Sudamérica es otro. Solari, desde la agronomía, considera que “hay que hacer un análisis caso por caso y ver qué conviene en cada oportunidad. En Buenos Aires la mayoría de los clubes no tienen posibilidades económicas de que sus canchas sean sintéticas, y tampoco hay una necesidad. Entonces, hacerlo porque lo impone la FIFA sería un poco injusto”.
En este mismo sentido se posicionó Sudáfrica, que defendió sus espacios verdes y los acondicionó para este evento deportivo. Así, según explica el ingeniero agrónomo, en nueve de los estadios se utilizó como césped base el kikuyo /originario de ese país/, que luego fue resembrado con ryegrass.
El de Durban tienen bermuda enana y hay dos de los estadios que tienen un semi/sintético: uno de ellos es, justamente, el Peter Mokaba, donde la selección argentina jugará contra Grecia en la primera fase. Tal como manifiesta Solari, la elaboración de este césped fue en base a una técnica de mejoramiento innovadora: “Para que las raíces puedan anclarse al suelo de una manera más efectiva, se agregaron unas fibras plásticas que se entrelazan con las raíces del césped y lo hacen más resistente a la tracción”.
Esta novedosa tecnología, que ya está implementándose en distintas canchas de clubes europeos, como el Real Madrid, cuesta más de cien mil dólares. “Pero es más durable y resistente”, asegura Solari.
Además, conserva el suelo en forma natural y es más económico que el césped sintético, que tiene un costo de alrededor de dos millones dólares.
fauba |
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