Por la baja en el trigo disminuye la fertilidad |
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Las expectativas para la próxima campaña triguera continúan cayendo pese a las buenas condiciones hídricas de los suelos. A su vez, la situación provoca una disminución de la fertilidad del terreno apto, según especialistas de la Facultad de Agronomía porteña.
En algunas regiones del país comienza a realizarse la siembra para la siguiente campaña de trigo, aunque la superficie destinada al cultivo será baja, según las estimaciones de los especialistas, que prevén una cifra total de 4 millones de hectáreas destinadas a la actividad y, paralelamente advierten una pérdida de fertilidad de los suelos.
Especialistas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) aseguraron que la situación pone en riesgo el sistema agrario local, pese a que actualmente las condiciones hídricas son favorables. Daniel Miralles, docente de la Facultad de Agronomía (Fauba) de la casa de estudios porteña, sostuvo que las expectativas de siembra para la nueva campaña de trigo, que está comenzando a realizarse en diferentes regiones del país, vuelven a ser bajistas. Es por eso que para este año la superficie destinada al cereal no superaría las 4 millones de hectáreas, una cifra similar a la campaña anterior y muy inferior respecto de las 6,5 millones que se sembraron histórica mente en Argentina.
Para el profesor asociado de la cátedra de Cerealicultura de la Fauba, la realidad marca una falta de incentivos para revertir "la pobre superficie sembrada con trigo". Aunque sostiene que este año existen "buenos contenidos de agua en el suelo para iniciar la siembra y una perspectiva hídrica favorable", a diferencia de otras campañas.
Paralelamente, crecen las malezas resistentes y aumenta el uso de herbicidas con mayor toxicidad en los campos utilizados habitualmente para la siembra de trigo. Según los expertos, un periodo de un año bastaría con un buen nivel de siembra y serviría para revertir la situación, con políticas adecuadas.
"El cepo a la comercialización a través de los cupos de exportación para el trigo argentino impuesto por el Estado, determina que el productor no pueda vender libremente a un precio internacional", comentó Miralles. Y opinó que "los cupos a las exportaciones desalientan la siembra porque el agricultor se encuentra con una sensación de incertidumbre, debido a que no sabe si va a poder comercializar sus granos una vez que los coseche".
En coincidencia con las entidades del sector, que reflejan la falta de incentivo de los productores a lo largo y ancho del país, el profesor de la UBA aseguró que "el productor argentino tiene mucha experiencia en trigo" y por eso sostuvo que "sólo falta una decisión política para que se vuelvan a introducir las gramíneas en la rotación". Para Miralles, la política comercial asociada al trigo, así como la baja en el área de siembra, genera consecuencias negativas desde lo económico y ambiental.
"Estamos perdiendo mercados internacionales, principalmente Brasil, que era nuestro principal comprador", dijo el profesor de la Fauba, quien aseguró, además, que "desde lo técnico, al salir las gramíneas del sistema agrícola (principalmente cereales invernales como el trigo y la cebada), se pierde el volumen de rastrojos en la rotación y el aporte del carbono que sostiene la fertilidad de los suelos y el potencial de los cultivos".
La caída en la siembra de gramíneas no es algo nuevo: según Miralles viene sucediendo desde 2006, lo que provoca también un impacto negativo sobre los rendimientos del cultivo de soja y permite la aparición de nuevas malezas, cuyo control se realizaba naturalmente con las gramíneas o con herbicidas de amplio espectro. |
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