Midiendo el pasto con satélites |
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Un programa de seguimiento forrajero, basado en datos de cortes y sensores remotos, ofrece a los ganaderos el monitoreo mensual de la productividad de cada lote de su campo. Una herramienta sencilla y accesible para asignar la carga acotando riesgos. Por Liliana Rosenstein.
Midiendo el pasto con satélites
Mediante un convenio con el Laboratorio de Análisis Regional y Teledetección del CONICET que funciona en la Facultad de Agronomía de la UBA (LART), el Movimiento CREA brinda información a los productores, sean o no miembros de la organización, sobre el crecimiento de los pastos. El Programa de seguimiento forrajero se inició hace unos años a partir de una inquietud de los diez empresarios del grupo CREA Lamadrid, Buenos Aires, dedicados al ciclo completo pastoril.
04/ Fernando Pacin
Fernando Pacín, CREA Lamadrid.
“Nuestro principal negocio es producir carne. El 95% se hace en base a pasto, pero la productividad de este recurso es muy variable y dificulta la planificación y el presupuesto del planteo. Para nosotros, es muy importante saber cuánto crece el pasto y cuál es la frecuencia de los malos desempeños por sequía o inundación. Por eso, hace unos años empezamos a medirlo”, dijo Fernando Pacín, ganadero y asesor del CREA Lamadrid.
Del corte a la información satelital
“La cosa fue así: allá por 2001, hicimos un plan de monitoreo a tres años en ocho potreros, con distintos recursos forrajeros. Invertimos mucho tiempo: hacíamos cortes y usábamos mucha tijera, mucha balanza. Así, se generó una base de datos importante con registros mensuales de cada sitio, que intentábamos extrapolar a las 40 mil hectáreas de la zona”, recordó Pacín.
El CREA Lamadrid había iniciado esa tarea sin saber que por entonces la NASA había puesto en órbita un satélite meteorológico, el Modis, que permite estimar la productividad del forraje a partir de la energía que éste absorbe. “Cuando nos enteramos, en 2003, surgió la posibilidad de enlazar nuestros datos con las lecturas satelitales y fue buenísimo. Entonces, dijimos: ‘listo, no cortamos más pasto’. El satélite nos podía decir gratuitamente cuanto crecía el pasto en toda la zona y no sólo en los ocho puntos que medíamos con tanto esfuerzo. Así, el laboratorio de la FAUBA nos empezó a brindar la información. Y como la cosa funcionó, se difundió al resto de los grupos”, relató.
Luego se hizo un convenio entre CREA y el LART y, con el tiempo, como el laboratorio tenía que seguir con sus investigaciones, capacitaron gente del Movimiento, que hoy presta el servicio a todos los productores que lo solicitan.
En la práctica
“Cuando uno conoce la zona desde hace varias generaciones, no comete errores muy graves en la asignación de carga. Si un productor sabe que toda la vida su campo llevó bien 220 vacas, entiende que 300 no caben y que con 100 le sobrará pasto. Ahora, cuando uno dice ‘¿por qué no 250?, surgen las dudas: ‘¿cada cuántos años me voy a quedar sin pasto?’ y ‘¿qué riesgos estoy asumiendo?”, planteó Pacín.
Para hilar mas fino hace falta información objetiva. “Si uno sigue la productividad desde hace 20 años y le fue mal en los últimos tres, hace planes más conservadores que si le fue bien. Deberíamos guiarnos por el promedio histórico pero en la cabeza tienen más peso los sucesos recientes, la memoria no es buena en materia de estadísticas. Ahora, tenemos los datos y eso nos cambió un montón”, aseguró.
Las planillas de seguimiento forrajero que brinda CREA detallan la tasa de crecimiento del pasto de cada potrero del campo, sea una pastura, un verdeo o el campo natural, expresada en kilos de materia seca por ha y por día. “Figuran los datos de todos los meses de los últimos diez años, lo que nos permite hacer comparaciones entre campañas”, explicó.
Uno de los diferenciales de la herramienta es que posibilita cuantificar el riesgo. “Con esa cantidad de vacas, me voy a quedar sin pasto una vez cada diez años y tendré que comprar fardos y maíz. Así, puedo evaluar si estoy o no dispuesto a asumir el riego. Es algo buenísimo, nunca antes lo habíamos podido hacer”, aseveró.
El servicio también contribuye a presupuestar los forrajes, mes a mes. “Por ejemplo, si queremos saber cuántos terneros podemos poner en un potrero el mes que viene, es posible proyectar la tasa de crecimiento para ese momento, en base a los datos de últimos diez años. Así, podemos hacer una asignación de carga mucho más eficiente que si nos manejáramos a ojo”, subrayó.
Para Pacín, la información también es clave para los empresarios que invierten en una nueva zona. “Si uno compra o alquila un campo y no lo conoce, está más expuesto a cometer errores. Ahora, si uno sabe cuanto creció el pasto, porque el satélite lo estuvo visitando en los últimos diez años, arranca con un nivel de precisión como si lo hubiese conocido de toda la vida”, argumentó.
En resumen, el seguimiento forrajero es una herramienta muy útil, sencilla de utilizar y económica. “Permite trabajar con el pasto, que es un recurso muy inexacto, con un nivel de precisión mucho mayor y ello contribuye a la eficiencia del planteo ganadero”, concluyó.
Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne. |
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