Mientras el mundo sufre la caída del mercado internacional de
lácteos a causa de la pandemia de coronavirus, en la Argentina, la baja
de la demanda interna aumenta la tensión entre los eslabones de la
cadena de la leche.
En el corto plazo, estas situaciones, sumadas a la probable
ocurrencia de excedentes de producción en primavera, hacen prever una
reducción en el precio que reciben los tamberos por litro de leche y,
por lo tanto, en los márgenes económicos de la actividad. En este marco,
José Luis Rossi, profesor de la cátedra de Producción Lechera de la
Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), profundiza en la actualidad, el
futuro, las fortalezas y debilidades de este importante sector
productivo.
“En poco tiempo, la reducción del comercio internacional va a
impactar en el precio de la leche. La facturación de un tambo moderno
depende sobre todo de la producción de leche, más allá de que se puedan
obtener ingresos adicionales por hacer agricultura y vender animales
para carne. Por eso, si el precio cae, el margen se achica. Dejar de
producir leche significa reducir la facturación al mínimo”, explicó
Rossi.
Para el docente, es probable que el productor ajuste su sistema para
hacerlo más eficiente porque sabe que es clave maximizar el retorno por
cada peso invertido; pospondrá inversiones y descartará del sistema
animales improductivos.
“Los números indican que en marzo 2020 se produjeron 794 millones de
litros de leche, un 6,5% más que en marzo 2019. Visto por trimestre, en
el primero de 2020, el incremento es del 8,8% contra el mismo trimestre
de 2019. Seguramente, la producción acumulada durante el primer semestre
de este año va a estar por encima de la obtenida el año pasado. Por lo
tanto, la primavera puede encontrarnos con una oferta de leche
excesiva”, afirmó José Luis.
Por otra parte, aclaró que, aunque la cuarentena despertó una demanda
inusual de leche fluida, con compras firmes de quesos frescos y dulce
de leche en mayoristas y supermercados e incrementos en facturación para
autoservicios en abril y mayo de 2020 respecto de igual período 2019, y
que existe un volumen creciente para abastecer planes sociales, es
probable que el balance entre oferta y demanda genere excedentes
primaverales.
“Colocar esta producción adicional significa un desafío para
toda la cadena, lo que seguramente reducirá el precio que recibe el
productor, hoy en $18,43 por litro de leche”. Y agregó que según
Dairylando, mantener este precio estanco significaría una pérdida del
25% en el poder de compra del tambero, considerando que la mayor parte
de sus insumos están dolarizados.
Complejidades de la cadena láctea
Rossi comentó que la caída de la actividad económica por la pandemia complica el funcionamiento equilibrado de toda la cadena.
“Al ser perecedera, la leche se debe industrializar de inmediato. Por
eso el productor necesita una contraparte que la ‘procese’, un eslabón
comercial con un canal de distribución, puntos de venta ‘aceitados’ y
una demanda que traccione toda la cadena. En situaciones ‘normales’,
estos actores responden de forma coordinada, pero como el precio pagado
lo determina la industria, el productor lleva las de perder”.
Tambos chicos, tambos grandes
“¿De qué realidad hablamos?” —se preguntó retóricamente Rossi antes
de profundizar en la preocupante actualidad de los tambos argentinos.
“La realidad es la misma para tambos chicos y grandes, cada uno con
distintas capacidades de respuesta ante la crisis. Esas respuestas
suelen estar definidas por las realidades tranqueras adentro. Mientras
los productores empresariales pueden hacer frente a una caída de la
demanda, las explotaciones familiares no”.
Según el docente, en el contexto actual, un productor grande,
diversificado en sus actividades y más flexible en opciones, se
preocupará por ser más eficiente en el uso de los recursos disponibles.
“Parecería que esta crisis perjudica más al tambo chico, pero lo que
realmente ocurra va a depender de la situación particular de cada
sistema, como saber cuántos litros produce y a qué costo, con qué
eficiencia productiva trabaja, a quién vende la leche, qué precios
recibe y con qué plazo cobra. El margen por litro producido puede ser
muy bajo según la combinación de estos factores. Cuando esto ocurre, una
respuesta casi natural para pasar el momento es aumentar la producción.
Esa respuesta es nociva para el conjunto de productores porque el
aumento de producción deprime el precio, lo que profundiza el problema”,
advirtió Rossi.
Exportar más es improbable en el corto plazo
La leche entera en polvo, que según el Global Dairy Trade valía 3.331
U$S/tonelada a principio de diciembre pasado y que hoy cayó a 2.677
U$S/tonelada. “En un contexto global de recesión y ante la peor caída
del PBI mundial desde 1930, el último informe de Rabobank para el
sector muestra que el comercio global de los principales lácteos cayó un
17%. El bajo precio del petróleo y la devaluación de las monedas van a
reducir el comercio mundial, lo que afectará a los países importadores,
que en el segundo trimestre de 2020 reducirán su demanda entre 20 y
30%”, puntualizó el docente.
Para Rossi, el impacto de una contracción de la demanda externa como
la planteada podría reducirse con una estrategia coordinada entre todos
los actores de la cadena láctea, considerando que el 80% de la leche que
se produce tiene como destino el mercado interno, con una demanda de
200 litros/año.
“En la última década, las exportaciones argentinas de lácteos
promediaron el 20% de la producción total. El principal producto
exportado es la leche entera en polvo, que según el Global Dairy Trade
valía 3.331 U$S/tonelada a principio de diciembre pasado y que hoy cayó a
2.677 U$S/tonelada. Esto da una idea de la magnitud del efecto pandemia
sobre el negocio en general”, reflexionó.
Rumbo al horizonte
En la visión del docente, más allá de la gravedad de la situación
social, económica y sanitaria, la lechería argentina tiene problemas
históricos pendientes de resolución, que le impiden superar los 10.500
millones de litros anuales. Se trata de tensiones entre los actores de
la cadena, falta de acuerdos, pobre coordinación y, elevada
presión fiscal e inexistencia de políticas sectoriales que van más allá
de la pandemia de coronavirus.
“Es indiscutible que producción e industria, dos eslabones claves de
la cadena, no tienen sentido uno sin el otro. Sin embargo, con la crisis
actual se reiteran los problemas por el precio de la leche. Por un
lado, este precio define la renta para el productor, pero por el otro,
está acordado unilateralmente por las industrias desde una posición
dominante, instalando la idea de transferencia de renta en el sector
primario”, remarcó.
Por último, José Luis concluyó: “Lo clásico para el productor es que
siga entregando día a día la leche que produce y que cobrará más
adelante a un precio que desconoce. Este precio se plantea por litro de
leche, cuando en realidad el valor industrial está en sus componentes”.
El docente consideró asimismo que: ”Poder contar con un precio futuro
basado en atributos composicionales, transparentar la transacción y
encuadrarla dentro del marco legal vigente daría previsibilidad a toda
la cadena. Sin resolver estas cuestiones es difícil pensar en una
lechería en crecimiento”.
Por Pablo Roset, del área de Divulgación Científica de la Fauba. |