Los suelos pampeanos pierden fertilidad - 28/10/2015 Redujeron
70 por ciento la capacidad de aportar nitrógeno y fósforo en los
cultivos, según un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA.
En medio de una siembra de granos gruesos en la que
se plantea la posibilidad de disminuir la aplicación de algunos insumos,
como los fertilizantes, por falta de rentabilidad, docentes de la
Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) señalaron que la fertilidad fue
una de las variables más afectadas en los suelos durante las últimas
décadas. No obstante, reconocieron que la soja, el cultivo más extendido
del país, no dependen de la aplicación de estos productos para obtener
buenos rendimientos.
"El principal problema que hoy presentan los suelos de la Región
Pampeana es la fertilidad. Aproximadamente perdieron 70 por ciento de la
capacidad de aportar nitrógeno y de la disponibilidad de fósforo para
los cultivos. Es la degradación más importante que hubo en la región,
pero que hoy se puede compensar con fertilización", dijo Roberto
Álvarez, profesor titular de la cátedra de Fertilidad y Fertilizantes de
la Fauba.
En 2012, su grupo de trabajo presentó los resultados de los estudios
que se llevaron a cabo con carbono y nitrógeno en los suelos de la
Región Pampeana, con algunos datos alarmantes. Por ejemplo, allí se
advierte que la fertilidad de los suelos cultivados disminuyó cinco
veces en los últimos 40 años.
Evaluaciones posteriores también muestran el deterioro de los suelos.
“Encontramos que la fertilidad fosforada en la Región Pampeana cayó, en
promedio, un 75%, hasta un metro de profundidad. O sea, el impacto de
la agricultura sobre la reservas de fósforo ha sido muy profundo",
admitió Álvarez.
Rinde sin fertilización
Mientras en el mundo 50 por ciento de la producción de alimentos se
realiza en base a fertilizantes, la Argentina transita una situación
particular que, en parte, la independiza del uso de esos productos. "A
diferencia de lo que sucede con la agricultura en la mayoría de los
países del planeta, nuestros cultivos no dependen de la fertilización.
Se estima que sólo perderíamos un 15% de la producción si dejáramos de
fertilizar y caeríamos a 85 millones de toneladas de granos cosechados
anualmente, respecto de los 100 millones que se producen hoy".
¿Por qué existe esta diferencia tan importante entre el escenario
argentino y el mundial? "Es debido a que en nuestro país se cultiva
principalmente soja, que obtiene nitrógeno de la atmosfera por fijación
biológica y responde poco a nutrientes como fósforo y azufre. Por lo
tanto es bastante independiente de los fertilizantes", explicó
Álvarez.
Campaña en rojo
Según Álvarez, la campaña actual de granos gruesos encuentra a los
productores en un contexto de números muy ajustados que complican la
posibilidad de aplicar algunos insumos.
"En este campaña es casi imposible económicamente aplicar
fertilizantes, que son uno de los insumos más caros de la agricultura.
Sólo se compensaría el costo de la fertilización en suelos de muy baja
fertilidad", señaló el investigador.
A su entender, en suelos de mediana y alta fertilidad no va a
convenir fertilizar el maíz ni la soja. "Sí se puede justificar la
fertilización con nitrógeno y fósforo en suelos de muy baja fertilidad",
aclaró.
Según el investigador, la mejor recomendación en un escenario tan
complejo desde el punto de vista económico es usar fosfato diamónico,
porque a diferencia de las fuentes de un solo nutriente, en el caso del
maíz obtendríamos una doble respuesta al nitrógeno y al fósforo. Este
fertilizante es rentable en suelos de mediana y baja fertilidad.
Fuente: la Voz del Interior
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