«Un plan de mejoramiento realizado en
la FAUBA permitió que el pasto miel resista al hongo que disminuye su
aptitud forrajera y que aumente hasta diez veces su producción de
semillas. En el futuro, la investigaciones mejorarían aun más la calidad
de este forraje por medio de transgénesis.».
El pasto miel (Paspalum
dilatatum) es una forrajera muy importante que hasta el presente no se
pudo difundir debido a un problema grave: es susceptible al ataque del
hongo Claviceps, que disminuye su producción de semillas a niveles no
comerciales. Un trabajo de mejoramiento llevado a cabo en la Facultad de
Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) permitió obtener
dos variedades: una que mejora cualitativamente el establecimiento a
campo y otra que genera un altísimo rendimiento en semillas por
hectárea. Una segunda etapa en el mejoramiento busca elevar la calidad
forrajera de estos materiales por medio de biotecnología.
“Venimos
trabajando desde hace tiempo en el mejoramiento genético de pasto miel.
Hoy contamos con dos variedades inscriptas y de muy buenas
características forrajeras: “Relincho”, de fácil establecimiento, y
“Primo”, de alto rendimiento en semilla y resistente al hongo Claviceps,
su principal obstáculo como pasto forrajero”, comentó Gustavo Schrauf,
docente de la cátedra de Genética de la FAUBA.
El investigador
le contó al sitio de divulgación científica Sobre La Tierra que estas
variedades, sobre todo Primo, permiten solucionar los problemas que
hacían que esta especie no fuera adoptada como forraje, a pesar de sus
muy buenas cualidades. “El problema era que el hongo, al atacar las
flores del pasto miel, produce aborto de semillas; esto baja
dramáticamente su rendimiento. Además, Claviceps contiene sustancias
alucinógenas y puede llegar a generarle hemorragias al ganado que lo
ingiere, ya que produce ergotaminas. Y acá es donde entran a jugar
nuestras variedades: Primo, al ser tolerante al hongo, produce hasta 500
kg de semillas/ha, comparado con Relincho, que produce 50 kg. Es
una mejora muy importante en el rendimiento”.
Si bien
Relincho y Primo ya están probadas y listas para ser comercializadas,
sólo falta una etapa en este camino: multiplicar la semilla a gran
escala para que le llegue al productor. “Ese paso aún no lo pudimos dar,
y en este momento estamos buscando entusiasmar a productores,
comercializadores y empresas semilleras que quieran asumir el rol de
reproducir estas variedades generadas en la FAUBA”, puntualizó Gustavo. Nuevos genes para el pasto miel
En
la búsqueda de aumentar las aptitudes forrajeras de esta especie, el
trabajo de Schrauf no se agota en la comercialización de Relincho y
Primo. Según él mismo nos contó a Sobre La Tierra: “Gracias a la
biotecnología, a ambas formas les hemos agregado características que le
brindan más valor forrajero como, por ejemplo, que las plantas duren más
tiempo verdes y que produzcan más azúcares y menos lignina (una
sustancia que hace menos aprovechable el forraje). Todo esto aún se
encuentra en estado experimental”.
Gustavo nos comentó que el
uso de transgénesis es ventajoso en comparación con los métodos
tradicionales de mejoramiento. “El límite de posibilidades prácticamente
lo da la imaginación. En nuestro caso, estamos intentando que el pasto
miel produzca más azúcares, y lo estamos logrando al incorporarle
ciertas proteínas que provienen de otro pasto, el raigrás. En cuanto a
la lignina, trabajamos con el gen propio del Paspalum, al que
modificamos para que “funcione” muchísimo menos. Estamos trabajando en
todas estas modificaciones al mismo tiempo y tenemos grandes
expectativas. Si llegamos a aumentar su digestibilidad (es decir, lo que
el animal aprovecha después de comerlo) en un 1%, la producción de
carne, leche o lana podría llegar a subir hasta un 3%, que es mucho”.
Estos
resultados fueron comunicados por el grupo de investigación de Schrauf
en el último Simposio Internacional de Mejoramiento Genético que
se realizó en la Buenos Aires en octubre del 2015. Según el investigador
nos señaló, esta presentación fue recibida como algo novedoso,
generándoles nuevos vínculos con con Uruguay y Brasil para futuros
ensayos. “De hecho, la primera comunicación de transformación genética
de pasto miel en el mundo fue la nuestra. Si bien hay un largo camino
para obtener la desregulación de los eventos por parte de la CONABIA (la
Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria) y llegar a un
producto transgénico comercializable, los primeros pasos son muy
estimulantes”, comentó Gustavo. Otro pasto que vuelve a escena
El
trabajo de Schrauf como mejorador de forrajeras tiene otros frentes, y
así nos lo explicó a SLT: “Trabajamos con leguminosas exóticas en
general y con gramíneas nativas como el agropiro criollo (Elymus
scabrifolius), un pasto muy apreciado por el ganado y al que se lo
consideraba en riesgo de extinción. En el campo lo hallábamos sólo en
sitios protegidos de los animales, entre plantas espinosas o en los
alambrados. Este trabajo lo realizamos con el grupo de José Pensiero,
docente de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), que desarrolló
colecciones importantes. Aprendimos a hacer cruzamientos
artificialmente, y ahora tenemos una gran variabilidad que nos sirve de
base para mejorarlo. Justamente, una tesista nuestra, Flavia Alonso
Nogara, generó un material muy interesante para ambientes en los que hoy
en día se hace ganadería. Este agropiro reúne una mayor resistencia a
salinidad y, a la vez, una productividad elevada cuando no hay sales en
el suelo”.
El investigador sostuvo que el mejoramiento
genético es un proceso necesariamente colaborativo. “Nuestro grupo en la
FAUBA incluye docentes, doctorandos, ayudantes y estudiantes de grado.
Su trabajo nos permite responder preguntas que como mejoradores en una
empresa nunca serían respondidas. Hacer mejoramiento dentro de la UBA es
una gran ventaja en ese sentido. También trabajamos con el grupo de la
UNL antes mencionado, muy bueno tanto en botánica como en genética, y
con AGRIBIO, un grupo de investigación de Melbourne, Australia. En
particular estamos muy agradecidos a Germán Spangenberg, cuya ayuda nos
permite crecer académicamente y generar productos que seguramente solos
no habríamos podido obtener”.
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