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16/12/2016Ambito Financiero
Preocupante aumento de áreas anegadas en la región pampeana

 

Numerosas zonas productivas de Argentina resultaron afectadas por diversos encharcamientos que pusieron en jaque a la producción agrícola, efecto que trajo aparejado las pérdidas de rinde, enfermedades en las plantas y en algunos casos pasaron a ser superficies improductivas, según los resultados de un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos aires (FAUBA).

"Los encharcamientos aumentaron en frecuencia y en intensidad en zonas que antes no se inundaban y no tenían registro de inundaciones, pero hoy se inundan", explicó Esteban Jobággy al suplemento Agronegocios.

Jobbágy, es docente de la Especialización en Teledetección de la FAUBA y uno de los integrantes del equipo que realizó la investigación. Los trabajos realizados por Jobbágy involucraron la participación de Marcelo Nosetto, Raúl Giménez y Jorge Mercau. Grupo de Estudios Ambientales - IMASL, Conicet y Universidad Nacional de San Luis (UNSL).

Respecto de la incidencia de la siembra directa en estos fenómenos, el especialista consideró que fue "fabulosa para la conservación del agua en el suelo, porque permitió llevar a la práctica innumerables posibilidades que antes no había, como sembrar más tarde, asegurarse que no haya stress hídrico para los cultivos de verano o, tener dos cultivos en el año", detalló.

"Ese agua que estamos reteniendo en el sistema, que de lo contrario hubiéramos perdido por evaporación directa, hoy ayuda a engrosar el exceso hídrico, siempre y cuando no sepamos aprovecharla con algún otro cultivo más intenso para ese consumo", añadió.

La ampliación de la frontera agrícola reemplazó a los pastizales naturales y, sumado a las pasturas que se cultivaban antes en la región pampeana, con una gran capacidad para consumir agua, era mayor a la que tiene la agricultura planteada con un solo cultivo al año y, con períodos de crecimiento relativamente cortos.

En la Argentina hay una superficie estimada en 200 mil kilómetros cuadrados en los que aparecen zonas susceptibles de anegamientos, en las que se puede pasar de un 5 por ciento de áreas inundadas en momentos tranquilos a un 20 por ciento en otros casos.

Las zonas con más prevalencia de esta problemática se encuentran ubicadas en el oeste pampeano donde existen áreas que históricamente sufrieron ciclos de anegamiento y que atravesaron su última "gran ola" de inundaciones entre el 1996 y 2001, cuando llovió 20% más que el promedio histórico. En ese lapso, la superficie afectada en la región creció del 3 al 27% y las napas subieron de 3,5 a 1,3 m de profundidad.

Por otro lado, varias zonas de la llanura donde no existen registros históricos de anegamientos masivos comenzaron a exhibirlos en los últimos cinco años. Por ejemplo, más del 25% de la región centro-este de Córdoba, cuyas tierras fueron pastizales, se encontraban entre las más fértiles del país, hoy están bajo el agua.

En la localidad de Marcos Juárez, los niveles freáticos medidos por el INTA vienen trepando desde 11 m de profundidad (1970) hasta 1 m (2016).

Un estudio de diez pares de lotes vecinos de pasturas de alfalfa y cultivos de maíz en Trenque Lauquen muestra que las pasturas mantienen las napas 20 cm más profundas, aun a pesar de la constante llegada de agua subterránea desde la matriz agrícola a estas "islas" de pastura. Por un lado, las pasturas dejan "escapar" hacia abajo menos agua que los cultivos. Por otro lado, son capaces de alcanzar y aprovechar napas en períodos secos.

Más al norte, en Bandera, Santiago del Estero, uno de los focos agrícolas más antiguos y extensos del bosque chaqueño seco, también presenta anegamientos sin precedentes.

Hasta los años '90, esta región se cubría esporádicamente con agua sólo en la zona de cauces de río, ambientes salinos de poca aptitud agrícola. A partir de los años 2000, aparecieron por primera vez anegamientos en los lotes de las zonas más altas de la región.

En Bandera, una comparación similar a la realizada en Trenque Lauquen sobre, cinco pares de parcelas agrícolas y vecinas ocupadas por monte, mostró diferencias mayores: entre 2013 y 2015 (un bienio relativamente lluvioso) bajo vegetación natural, las napas permanecían 70 cm más profundas.

Trabajos en el campo

Por otra parte se encontró que los relictos de monte consumieron agua freática a pesar de que era muy salada. Esto sugiere que las cortinas o los remanentes de vegetación natural prestan un servicio hidrológico tan importante como ignorado.

A la hora de las soluciones Jobbágy propuso utilizar herramientas de jardinería, que implican cambiar las rotaciones, utilizar cultivos que antes no se usaban y frente a la acumulación de excesos hídricos, propuso utilizar una alfalfa, pero habrá que ver como se inserta en el esquema agrícola.

También propuso soluciones de "plomería" que puede ayudar a mejorar la circulación de agua, aliviando los puntos extremos a través de canales existentes y también mediante el riego con abastecimiento de agua subterránea local, porque terminen compensan los excesos hídricos, que es trabajo que hacían las raíces profundas.

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