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El 89% de las tierras agr�colas son improductivas en alg�n momento del a�o
On 24 - 16/09/2015  
Expertos afirman que, en muchos casos, ponerlas en producci�n no afectar�a a la cosecha siguiente y hasta podr�a beneficiar a los ecosistemas.

 

Una proporci�n muy alta de nuestros suelos agr�colas est� libre de cultivos en alg�n momento del a�o. Las razones son variadas, desde econ�micas hasta por miedo a que el doble cultivo baje el rendimiento del cultivo de verano. Sin embargo, un estudio realizado en la Facultad de Agronom�a de la UBA (FAUBA) indica que en muchos casos se podr�an realizar dos cultivos sin comprometer la productividad del sistema. La adecuada elecci�n del cultivo incluso podr�a prestar valiosos servicios al ecosistema.
 
�A partir de im�genes satelitales pudimos determinar que el 89% de las tierras cultivables de Argentina produce cosechas s�lo en verano, mientras que la superficie ociosa en invierno es alt�sima, casi 32 millones de hect�reas�, le cont� a Sobre La Tierra Gervasio Pi�eiro, profesor adjunto de la c�tedra de Ecolog�a de la FAUBA.
 
�Hay varias razones por las cuales los productores deciden no implantar cultivos en ese lapso que va de la cosecha de un cultivo de verano a la siembra del siguiente (un per�odo conocido como barbecho de invierno). Una es econ�mica: si los m�rgenes brutos son desfavorables, el cultivo no se siembra. Otra es atendible, pero menos clara: el temor a que el cultivo de invierno reduzca el agua disponible en el suelo al momento de sembrar el siguiente cultivo, en primavera/verano�, se�al� el investigador.
 
En el a�o 2012, Pi�eiro y Priscila Pinto, tesista de grado de la carrera de Agronom�a, estimaron el la viabilidad de realizar cultivos de invierno en la regi�n agr�cola central de Argentina. Los resultados son sorprendentes: en la mayor parte de la regi�n ser�a posible incorporar un segundo cultivo en el a�o ocupando la superficie que hoy corresponde a barbechos de invierno. As� nos lo cont� Gervasio: �Usamos datos clim�ticos de nueve estaciones meteorol�gicas de la regi�n, para las que calculamos los balances h�dricos del suelo. Nuestros resultados indican que en 9 de cada 10 a�os, realizar un cultivo invernal de 3 a 5 meses de duraci�n no alterar�a el agua disponible en el suelo a la siembra del cultivo de verano. Por supuesto, esto depender� de la localizaci�n de cada campo en particular dentro del �rea, de cu�nto llueva en invierno, del cultivo posterior y de su fecha de siembra, principalmente.�
 
 
Un costoso descanso
 
El trabajo de Pinto y Pi�eiro, realizado en colaboraci�n con Mar�a Elena Fern�ndez Long, de la c�tedra de Climatolog�a y Fenolog�a Agr�colas de la FAUBA, es el primero en mostrar la ubicaci�n espacial de los barbechos y su variaci�n en el tiempo. �Trabajamos sobre la base de informaci�n satelital, que una vez analizada nos permiti� identificar la proporci�n de superficie ocupada por cultivos de verano, invierno o doble cultivo. As� diferenciamos 5 zonas (ver gr�fico): en las 1, 2 y 3 dominan los barbechos de invierno, mientras que en la 4, los de verano (menos frecuentes). En cambio, en la zona 5 la proporci�n de ambos es muy similar. El mensaje es claro: en todas las zonas existen barbechos en alg�n momento del a�o y la proporci�n de tierra sin usar es elevada. Ese patr�n se ha mantenido relativamente constante en los �ltimos 13 a�os�, coment� Gervasio.
 
Los sistemas de producci�n actuales tienden a la agricultura continua, y esto es un desaf�o para la sustentabilidad de la producci�n agropecuaria. La disminuci�n de la proporci�n de pasturas en las rotaciones agr�colas y la realizaci�n de un solo cultivo anual dan lugar a barbechos que pueden afectar la calidad de los suelos. Por ejemplo, si los restos del cultivo cosechado son escasos y/o se descomponen r�pidamente, como los de soja, el suelo queda expuesto por largos per�odos a procesos de degradaci�n h�drica o e�lica, con la consiguiente p�rdida de fertilidad.
 
Te quiero verde
 
�Algunos investigadores consideran al barbecho como un per�odo de subutilizaci�n de recursos como la energ�a solar, los nutrientes y el agua de lluvia. En este contexto, tanto un cultivo invernal para cosecha (como trigo o cebada) como un cultivo de cobertura (sembrado no para cosechar sino para brindar una funci�n determinada en el sistema) permitir�an aprovechar esos recursos �vacantes�. En estos �ltimos tiempos, en la FAUBA venimos desarrollando varios trabajos sobre la siembra de �cultivos de servicio�. Es decir, cultivos que se hacen espec�ficamente para producir servicios ecosist�micos�, le coment� Gervasio al sitio de divulgaci�n SLT � Sobre La Tierra.
 
Los servicios ecosist�micos son los aspectos de los ecosistemas que se utilizan (de forma activa o pasiva) para generar bienestar humano. En los sistemas productivos agr�colas, los cultivos proporcionan diversos servicios como la cosecha, la protecci�n del suelo contra la erosi�n, la fijaci�n de nitr�geno, el control de malezas y la regulaci�n h�drica, entre muchos otros. Cuando estos servicios est�n deteriorados, la aproximaci�n cl�sica para remediarlos es subsidiar con energ�a externa al sistema, b�sicamente a base de petr�leo: se pasa m�s veces el tractor con el descompactador, la desmalezadora y/o la pulverizadora, se aplican m�s fertilizantes y/o herbicidas (en ocasiones desde un avi�n), etc. Los costos econ�micos y ambientales de estos subsidios son muy elevados y poco sustentables.
 
Pi�eiro, quien tambi�n es investigador independiente del CONICET, sostiene que las ventajas de los cultivos de servicio son incuestionables, y as� se lo explica a Sobre La Tierra: "La idea de los cultivos de servicio es que ayuden a manejar y mantener dentro de ciertos l�mites los niveles de nutrientes, malezas, nitr�geno, agua, compactaci�n, etc. Para mantener los servicios deseables, los productores podr�an empezar a pensar en reemplazar la energ�a del petr�leo por la del sol, adem�s de valerse de informaci�n gen�tica y de manejo de los cultivos. Por ejemplo, en vez de aplicar fertilizantes nitrogenados se pueden sembrar leguminosas como tr�bol subterr�neo o lupino. En vez de aplicar herbicidas, un cultivo de cobertura puede generar el servicio de reducir malezas. Si el suelo est� compactado, un cultivo de nabo forrajero puede reemplazar el pasaje de un paraplow o un paratill. La idea es manejar todos los servicios posibles, o al menos los que el productor identifica como deteriorados."
 
Para el investigador, no todas las soluciones se pueden gestionar de forma individual. En el caso del servicio de regulaci�n h�drica, las decisiones escapan al productor individual porque son procesos que ocurren a escalas m�s grandes, t�picamente a nivel de cuencas, y por lo tanto deben ser orquestadas por el Estado o por asociaciones civiles, y compartidas entre los productores.
 
Consultado por SLT acerca de la relaci�n entre barbechos e inundaciones, Pi�eiro se�al�: "Esta gran cantidad de barbechos probablemente est�n usando menos agua del suelo que si hubiera una pastura, un pastizal natural, un cultivo de invierno o incluso un barbecho enmalezado. �stos consumen agua del suelo, tanto de las lluvias como de las napas. Al no estar presentes, es posible que infiltre o escurra m�s agua de lluvia y que ello pueda provocar un aumento en el nivel de las napas. Son posibles consecuencias al realizar un solo cultivo al a�o en ecosistemas que originalmente pose�an vegetaci�n perenne, productiva todo el a�o. Algunos medios han mencionado una supuesta conexi�n entre barbechos e inundaciones. Si bien es cierto que en teor�a esto podr�a ocurrir, opino que debemos ser muy cautos al respecto ya que hasta el momento no se ha investigado en profundidad esta relaci�n de manera directa." (Autor: Pablo Roset - Fauba)

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