«Finalizó el primer trabajo de
investigación argentino con balanzas digitales para identificar bovinos
con mejores eficiencias de conversión
Un desarrollo conjunto de la Fauba, INTA y CREA. ».
La Facultad de Agronomía de la
UBA (Fauba), el INTA Anguil y el Grupo CREA Cabañas finalizaron la
evaluación de 43 toros con un innovador sistema de consumo residual
diseñado por primera vez en el país. Además de permitir una baja
considerable en los costos de alimentación de los animales, esta
herramienta podría significar un valioso aporte al mejoramiento genético
y a la ganadería local.
Los resultados de la prueba fueron
reveladores porque lograron seleccionar reproductores que, comiendo un
tercio menos que el promedio de los animales, pueden obtener la misma
ganancia de peso, manteniendo un tamaño similar. Estos reproductores se
utilizarían luego en el proceso de mejora genética, ayudados por
herramientas de genómica como el chip ArBos1, también desarrollado por
la Fauba e investigadores la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Se
trata de “una herramienta de selección muy potente con un importante
impacto económico”, aseguró Rodolfo Cantet, profesor de Mejoramiento
Genético Animal de la Fauba e investigador superior del Conicet. Y
explicó que el consumo residual permite identificar a los toros capaces
de tener una ganancia diaria de peso igual al promedio pero consumiendo
menos alimento.
Cantet consideró que si este sistema lograra
extenderse a todos los feedlots del país, la Argentina podría ahorrar
unos 300 millones de dólares anuales en la alimentación de los animales
(principalmente en maíz), teniendo en cuenta que hoy el 70% de los
novillos que se producen se envían a estos sistemas de encierre durante
la etapa final de engorde.
“Fue una prueba pionera de gran
impacto, que impulsará nuevas y más grandes investigaciones”, afirmó el
veterinario Franco Faldini, miembro del CREA Cabañas.
Las
evaluaciones involucraron a 43 animales provenientes de 14 cabañas de
las razas Angus, Murray Grey y San Ignacio. “Los resultados de la prueba
permiten identificar toros genéticamente superiores en características
de importancia económica, evaluar la variabilidad en los reproductores y
recolectar información útil para planificar programas de mejoramiento
genético”, resumió Faldini.
En relación a los resultados,
Cantet informó: “En promedio, los toros estaban comiendo una ración de
10 kilos (con un porcentaje de maíz que no excedía un 50% de la dieta),
con una ganancia de peso diaria de 1,5 kilos. Pero lo interesante es que
si bien todos ellos ganaban entre 1,2 a 1,8 kg/día y tenían un tamaño
similar (entre 400 y 450 kilos), algunos consumían un tercio menos que
los otros”. Esto significa que si se seleccionase por consumo residual,
el productor ganadero podría ahorrar hasta un 30% en comida por animal.
Al
referirse al menor consumo que mostraron algunos toros, destacó que se
trata de “un carácter muy heredable” y que por esa razón cobra
importancia para el programa de mejoramiento. “Ayudados por la genómica
podemos realizar una predicción del mérito genético a otros animales que
están emparentados con los seleccionados por consumo residual, mediante
el dispositivo genómico que desarrollamos, Arbos 1”, indicó.
La
tecnología de consumo residual nace del trabajo del investigador
estadounidense Robert M. Koch en 1963. Posteriormente, australianos y
canadienses retomaron la idea en la década de 1990. No obstante, por el
elevado costo de los comederos fue muy difícil implementarla en la
Argentina. Por esta razón, desde el INTA Anguil se realizó un desarrollo
local, bajando significativamente el costo de los “comederos
inteligentes” y adaptando la tecnología a las condiciones particulares
del sistema productivo argentino. Los trabajos estuvieron a cargo del
investigador Anibal Pordomingo, con la colaboración de la estudiante de
doctorado Ana González y de Daniel Maizon, del INTA Anguil.
La
tecnología incluye una serie de comederos con balanzas digitales, que
permiten conocer de manera continua cómo varía el peso del alimento en
relación al consumo del animal. Además, el sistema identifica al toro al
momento de ingresar a la batea mediante un dispositivo electrónico de
baja frecuencia ubicado en la oreja, el cual envía información a una
aplicación móvil, también desarrollada por el INTA. Así, el productor
ganadero puede conocer en tiempo real, desde un celular, qué animal está
comiendo y cuánto.
El diseño local de este dispositivo
permitió bajar fuertemente los costos. “En Canadá esta tecnología cuesta
unos 200.000 dólares. Con el desarrollo argentino se espera que en 2019
esté disponible comercialmente en nuestro país a 15.000 dólares”, se
entusiasmó el investigador de la Fauba. Y adelantó que se sigue
trabajando para abaratar los costos de las antenas de baja frecuencia
(para no afectar al animal), para lo cual están buscando el apoyo de
científicos del Conicet.
Juan Manuel Repetto
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