«Según investigadores de la Facultad
de Agronomía de la UBA, el cereal podría perder esa superficie sembrada
si los anegamientos no se retiran en más de 15 días.».
Las inundaciones que afectaron a
distintas zonas del país comprometen seriamente la campaña del trigo.
Después de haber caído 50% su área sembrada en los últimos 10 años,
ahora podría perder 600.000 hectáreas implantadas en la Depresión del
Salado, el norte de la provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe
debido a los anegamientos. La situación se complica porque las lluvias
cayeron en las primeras etapas de ciclo del cultivo y podrían continuar
hacia el momento previo a floración, cuando cereal es más sensible.
La
advertencia fue realizada por Daniel Miralles, docente e investigador
de la FAUBA al sitio SLT: "Las perspectivas son pesimistas debido a que
se combina la falta de incentivos para la siembra, como consecuencia de
los cupos de exportación, un año con excesos hídricos y pronósticos de
temperaturas mayores a las medias históricas. Todo esto sugiere que la
potencialidad de los rendimientos se verá restringida".
Miralles
estimó que existen unas 4 millones de hectáreas afectadas por la
inundación: "Si consideramos que 15-20% de ese área corresponde a
cultivos invernales (trigo y cebada), hay un riesgo de reducción de
superficie de estos cultivos de entre 600.000 y 800.000 hectáreas. Por
esta razón, las hectáreas cosechadas de trigo podrían estar cercanas a
las 2 millones (respecto de las 2,8 millones sembradas), considerando
que persistirá esta situación de excesos hídricos y pronósticos de
lluvias hacia la primavera".
El escenario es crítico porque
las lluvias afectaron a los cultivos en el inicio de su ciclo: "Si la
situación persiste por más de 10 o 15 días, es posible que se pierdan
los cultivos debido a una mortandad de las plantas. Si las inundaciones
se retiran antes de ese período, podrían recuperarse, aunque se perdería
una parte importante de los nutrientes provistos por la fertilización
nitrogenada debido al exceso hídrico".
Según el investigador,
si persisten los pronósticos de años "Niño" con primaveras lluviosas,
existe una alta probabilidad de volver a tener riesgos de pérdidas por
anegamiento en el período más crítico para los cultivos invernales, que
es el momento previo a la floración. Esto podría implicar mermas de
hasta 80% en los rindes, según la magnitud del fenómeno.
Más siembra, menos inundaciones
Miralles
subrayó que la siembra de cultivos de invierno en la campaña actual
cayó entre 25 y 30% respecto del ciclo anterior, y hasta 50% en algunas
regiones contra los promedios históricos. Se calcula que la superficie
actual implantada con trigo es de sólo 2,8 millones de hectáreas, en
comparación con las 6 millones que ocupaba el cereal hasta 2006.
El
investigador de la FAUBA sostuvo que esta pérdida de superficie impacta
en las inundaciones porque el consumo de agua en el invierno por parte
de los cultivos permite reducir o evitar los riesgos por excesos
hídricos e impedir la salinización por el ascenso de las napas.
Al
respecto, detalló: "Al no existir raíces que extraigan el agua de los
estratos inferiores del suelo, las napas permanecen altas y, ante
aumentos en las precipitaciones, rápidamente ascienden provocando
inundaciones. Además, en muchas regiones este proceso trae aparejada la
salinización de los suelos debido a la deposición de sales en superficie
que acompañan al ascenso de la napa. Una vez evaporado el exceso
hídrico, los suelos se convierten en salinos, con una pérdida total de
productividad".
Por otra parte, destacó que los cultivos de
invierno mejoran la estructura de los suelos (aumentando la porosidad y
la infiltración) y aportan carbono y materia orgánica. Estos beneficios
generarían una mayor productividad a mediano y largo plazo
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