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La cobertura del suelo afecta la cantidad de glifosato en el agua de escurrimiento |
06-09-2019 |
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Información enviada por: FAUBA |
Investigadores de la Facultad de Agronom�a de la UBA y INTA analizaron la cantidad de herbicida presente en el agua que escurri� de un suelo de la regi�n Pampeana. Resaltaron el rol clave de los restos vegetales y la estructura del suelo en la degradaci�n y el movimiento del agroqu�mico.
Por: Sebasti�n M. Tamashiro
(SLT-FAUBA) Cuando llueve en el campo, el agua puede penetrar hacia las napas o escurrir por la superficie, arrastrando en ambos casos part�culas de suelo, nutrientes y agroqu�micos. Las cantidades de estos elementos que se desplazan o se retienen dependen en gran medida de los manejos que se realicen en cada agroecosistema, como, por ejemplo, la rotaci�n de cultivos y la cobertura vegetal que se deja en el suelo. Un estudio de la Facultad de Agronom�a de la UBA (FAUBA) analiz� si la cobertura de ma�z afectaba la cantidad de glifosato en el agua de escurrimiento de un suelo t�pico de la Regi�n Pampeana. Los suelos cubiertos con rastrojo de ma�z presentaron un mayor contenido de glifosato en el agua superficial, mientras que aquellos sin cobertura mostraron mayor contenido de AMPA, el principal producto de degradaci�n del herbicida.
"El manejo agron�mico que se realice sobre un suelo puede modificar su estructura, es decir, la forma en que se agrupan sus part�culas, lo cual influye en la cantidad de agua que se retiene, infiltra o escurre en ese suelo. A su vez, cuando se altera la estructura del suelo tambi�n se afecta a los microorganismos que viven en �l. Algunos de estos microbios son responsables de degradar uno de los herbicidas m�s usados en el pa�s, el glifosato", explic� Filipe Kraemer, docente de la c�tedra de Manejo y Conservaci�n de Suelos de la FAUBA.
"En esta investigaci�n quisimos analizar c�mo la cobertura del suelo afecta la din�mica del glifosato en el suelo. Para ello visitamos un campo cercano a la localidad bonaerense de Arrecifes y aplicamos el herbicida en algunos sectores donde el suelo estaba cubierto con rastrojo de ma�z y en otros donde no hab�a cobertura. Luego de 30 d�as simulamos una lluvia y analizamos la cantidad de glifosato en el agua que escurr�a", coment� Daiana Sainz, quien comparte c�tedra con Kraemer y es estudiante de la Maestr�a en Ciencias del Suelo en la Escuela para Graduados de la FAUBA (EPG-FAUBA).
Seg�n Sainz, quien expuso los avances de su tesis en el Taller sobre Problemas Especiales de la EPG-FAUBA, el contenido de glifosato en el escurrimiento fue mayor en las parcelas cubiertas con rastrojo de ma�z, mientras que el contenido de AMPA fue mayor en las parcelas sin cobertura vegetal.
Por su parte, Kraemer afirm� que, en general, sobre el suelo con cobertura escurri� menos agua, pero se registr� una mayor cantidad de herbicida. Cuando se aplic� el agroqu�mico, gran parte se fij� sobre el rastrojo en s� -t�cnicamente, se adsorbi�- por lo cual los microorganismos del suelo no pudieron degradarlo. Luego, la lluvia lo arrastr� en el escurrimiento. En contraposici�n, en el suelo desnudo, el glifosato entr� en contacto directo con los microorganismos del sistema, que lo fueron convirtiendo en AMPA al pasar el tiempo.
Mejor manejo, menores impactos
Filipe resalt� que hay que poner estos resultados en perspectiva, ya que usualmente se recomienda conservar el rastrojo a fin de prevenir los procesos erosivos. "La clave es evitar que el glifosato se mueva en el escurrimiento, ya que si permanece por m�s tiempo en el suelo, los microorganismos tienen m�s posibilidades de degradarlo. Esto se puede lograr ocupando el campo con m�s cultivos durante el a�o, lo que aumenta la cantidad de cobertura y ra�ces vivas". El investigador agreg� que este tipo de manejos mejoran la porosidad del suelo, aumentan la infiltraci�n, retienen el agua y ayudan a que la microbiota del suelo se desarrolle mejor.
Adem�s, Daiana, quien tambi�n es investigadora del instituto de suelos del INTA, alert� que actualmente las pr�cticas m�s difundidas en el agro tienden a reducir la capacidad del suelo de retener e infiltrar agua. "El problema es que en millones de hect�reas s�lo se siembra un cultivo al a�o, que en general es soja y que aporta muy poco rastrojo. Tambi�n es normal que las maquinarias agr�colas transiten sobre el suelo h�medo. Esto promueve que el suelo se compacte y se reduzca la cantidad de poros".
Los resultados de este trabajo, junto con otras investigaciones de la c�tedra, advierten que los suelos de la Regi�n Pampeana est�n en riesgo. "Estos suelos poseen una gran capacidad para mantener sus propiedades aun bajo usos intensos. Pero tienen un l�mite. Lo podemos ver con las inundaciones; se est�n perdiendo muchos poros del suelo y, en consecuencia, la capacidad para almacenar agua. Tenemos entre un 20% y un 30% m�s de agua libre en el sistema", indic� Kraemer.
"Estos procesos se agravan fuera de la Regi�n Pampeana. Los suelos de otras regiones no tienen la misma calidad y son m�s vulnerables. Hay mucho trabajo por hacer en el manejo y la conservaci�n de los suelos del pa�s", finaliz� Filipe. |
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